Sí. Ya lo sé. No hay bastante con el PAI, los interinos, el modelo D, la UPNA, las becas, el transporte escolar, el 0-3, la FP, el pacto educativo..., como para asumir una tarea más. Pero sí. Igual el departamento de Educación debería reclamar a Asirón las competencias en tráfico y ordenación urbana. Lo de la famosa amabilización vamos. Y en un doble sentido. No sólo por que hay decisiones educativas que tienten efectos en las dobles filas a las puertas de los colegios, los atascos en los horarios de entrada y salida de clase, el trajín motorizado de padres y madres con las extraescolares o la despoblación rural, sino porque sería necesaria mucha pedagogía en torno a este tema de la movilidad escolar. Las cosas van cambiando con los años. Muchos y muchas nos acordamos de cómo íbamos andando a clase sin ningún problema mientras nuestros padres trabajaban o estaban en casa. Y sino, estaba el autobús. Y, bueno, no hemos salido tan raros ni por suerte nos ha atropellado un coche. Pero las cosas también cambian con la distancia. No hace mucho Medicus Mundi publicó un vídeo sencillo pero interesante: Camino a la escuela. En él se contaba la historia de un chico boliviano que caminaba horas para llegar a la escuela desde su casa, todo ello a 3.800 metros de altitud. Otra película con parecido título rodada por Pascal Plisson recogía historias similares. Como la de Jackson, de 13 años, que cada día cruza 15 km de sabana keniana para ir a clase o Zahira, de 12 años, que vive en Atlas marroquí y camina 22 km por las montañas durante 4 horas para sentarse ante una pizarra. Sí. Son casos extremos, pero reales. Como reales también son los monovolúmenes o vistosos todoterrenos aparcados en doble fila esperando a adolescentes con uniforme en la misma puerta del colegio. Ni lo uno ni lo otro. Por eso me gustaba la filosofía inicial de una escolarización de proximidad, con el barrio o pueblo como comunidad integral de referencia. O iniciativas como las de Burlada, Zizur, Hegoalde, Sarriguren etc.. de proteger las rutas escolares por aceras. Y por eso me disgusta el 0,5 punto extra que otorga el lugar de trabajo en vez del domicilio, por mucho Defensor que lo diga... Hay que ir Armando una filosofía con esto. Es cosa de ir teniéndolo en Cuenca...