Alguna vez sucederá. Puede que sea dentro de miles de años o antes, pero quizá algún biznieto de Paco Etxeberria u otro arqueólogo del futuro encontrará en la Atapuerca del siglo XXI un inquietante enterramiento. Harán la prueba del carbono 14 e identificarán lo que parecía ser un Homo android armado con un primitivo Sansumg Galaxi junto a otro Homo linux que tenía a pocos metros de su mano (con un dedo mucho más largo que el resto de pasar pantallas) un Iphone 10 . ¡Qué reliquias del pasado!, pensarán los científicos del momento. Y en las visitas guiadas al yacimiento explicarán cómo aquella generación caminó hacia la autodestrucción víctima de sus propios avances. La tecnología les armó con unos aparatos dotados de una potencia muy superior a su capacidad para manejarlos y hacer un buen uso de ellos sin hacerse daño. El fenómeno fue mucho más destructivo que la cultura del rifle o el famoso Colt en el lejano Oeste un siglo antes, pero tenía similitudes. También entonces los hombres caminaban armados con pistolas de disparar whatsapps, lanzar metralla de fakes o falsas noticias, bombardear a la cuadrilla vídeos de gran tonelaje... Quizá me equivoque con esta proyección futurista, pero en el presente ya hay síntomas de que el tema de los móviles y las redes sociales está llegando a cotas preocupantes. Recientemente, creadores de algunas de las plataformas más populares (Instagram, Napster...) se mostraban asustados por los efectos en los seres humanos y sus relaciones de los sistemas que habían inventado. Me recuerda a algunos remordimientos de Einstein. Sí. Es cierto. Las tecnologías son neutras (también la energía nuclear lo era y luego llegó la bomba atómica), hay que aprender a manejarlas e Internet ha traído grandes opciones de libertad e información... Pero también lo contrario. Incluso los algoritmos empiezan a sustituir a las personas. Tampoco es casual que en el congreso Mobile Word de Barcelona se hayan visto signos de agotamiento de los smartphones como soportes de redes sociales. Algo está cambiando. Hay algunos objetores digitales que se están borrando de Facebook. Es una minoría, pero así empiezan los movimientos sociales. ¿Un cambio de ciclo?