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Abrir fosas para cerrar heridas

El Valle de los Caídos, la mayor fosa común existente en España por obra y gracia del dictador Francisco Franco, abrió ayer sus puertas a los técnicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para realizar trabajos de estudio y acondicionamiento para la recuperación de restos mortales de los hermanos Manuel y Antonio Lapeña, dos republicanos fusilados en 1936, y de Pedro Gil y Juan González, pertenecientes al llamado bando nacional. Ha sido una sentencia judicial impulsada por los descendientes de los dos primeros la que ha propiciado un acto de enorme simbolismo para la recuperación de la dignidad de las víctimas de l a Guerra Civil y del franquismo. Pero que desgraciadamente llega muy tarde. Y tiene sus culpables. El PP, con la ayuda de muchas veces de Ciudadanos, se ha encargado de lastrar sobremanera la Ley de Memoria Histórica impidiendo su desarrollo, vetando la dotación de fondos para hacerla más práctica y oponiéndose a cualquier intento de reforma legislativa para hacerla más justa y eficiente. El Gobierno debe tener un papel esencial en la exhumación de fosas. Es de justicia para las víctimas y para la reparación de su memoria. Sin embargo Patrimonio Nacional, en connivencia con el abad de la basílica, un insigne defensor de las esencias del dictador (enterrado allí y venerado periódicamente por un puñado de fanáticos extemporáneos de su ominosa obra) ha liderado un pernicioso tándem para impedir, pese a contundencia de algunas sentencias, las exhumaciones con dignidad y profesionalidad. Dilatando innecesariamente el proceso. El mantenimiento del gigantesco osario nos cuesta a los contribuyentes más de medio millón de euros al año y tiene una dotación de 30 funcionarios. Su reconversión en un Centro Nacional de la Memoria es un clamor que no puede demorarse por más tiempo. Es una cuestión de higiene democrática, pero la derecha no hace mas que poner cortapisas inconsciente de que abrir las fosas ayuda a cerrar las heridas.