Cuando mi hija se fue por Ciencias, en detrimento de las sublimes Letras, en casa, resignados, decidimos que había que quererla igual. Pero no contenta con eso, ahora le ha dado por reírse -me temo que con razón- de la cantidad de disparates que soltamos los periodistas cuando hablamos de la cosa científica, o las metáforas cutres que creamos a su costa. Y me pone tanto ejemplo que debería haber firmado ella este artículo:

- En las últimas semanas se ha hablado mucho de la desnuclearización de Corea del Sur que, si fuera cierta, dejaría ese país sin núcleo, cosa que suena fatal, y no sin bombas nucleares (y más vale que no se le ha desatomizado, que aún sería peor).

- Los políticos dicen, y los periodistas repetimos como loros, una cosa que se llama aritmética parlamentaria, porque es tan complicado contar votos para comprobar si hay mayoría para algo que ha habido que crear una nueva rama en las matemáticas.

- Las empresas de encuestas se han inventado la expresión empate técnico, porque se ve que empate a secas no mola tanto.

- Algunos periodistas deportivos usan a menudo frases como ésta: “Messi ha marcado un gol que vulnera (o desafía) las leyes de la física”. Se ve que el argentino se queda a veces un cuarto de hora flotando en el aire o regatea más rápido que la velocidad de la luz.

- ¿Y qué decir de ese “descubrimiento que cambia todo lo que sabíamos”, que cada cuatro o cinco meses nos obliga a tirar a la basura bibliotecas científicas enteras?

- ¿Y cuándo se van a enterar unos cuantos que geografía no es sinónimo de territorio? (Lázaro Carreter ya se reía de eso y lo comparaba con mirar al cielo de noche y decir: “¡Qué bonita está hoy la astronomía!”).

Yo admito las críticas, pero en descargo de mi profesión añado que es un mal generalizado: en internet está a la venta una cosa que se llama Analizador Cuántico de Resonancia Biomagnética. Y pese a que no se pueden decir más tonterías en menos palabras, y pese a que cuesta 135 euros, hay quien lo compra.