S i le cuentas a alguien que has estado de vacaciones en “Hygge” y que te gustó tanto como “Gezellig” seguro que pone cara de póker. Si aclaras que compraste un vuelo para Copenhague y para Amsterdam los ubicará en su Google Maps sin problemas. Viajar es importante, pero no solo para coleccionar destinos y selfies en la galería del móvil sino para llevarte de vuelta vivencias, personas y recuerdos. Uno tiene la impresión de que lo importante no es ir a lugares que deslumbran sino a destinos hermosos por su estilo de vida. Tampoco grandes cosmovisiones. Son cosas más humildes; cotidianas; sencillas. Son sensaciones. Hay que saber sentirlas y tratar de traerlas contigo de vuelta. A veces esto no viene en las guías, aunque hay quien lo ha bautizado con nombres extraños. Son palabras rarísimas. Más fáciles de experimentar que de definir. De ésas que no te acuerdas. Pero sus contenidos se te quedan grabados. En Amsterdam sus habitantes hacen gala del gezzellig. En Copenhague, del hygge. En el primer caso significa “esa sensación cálida y agradable de estar echando unas cerveza con unos amigos”. En el segundo una particular forma de entender y de disfrutar de la vida danesa basada en los planes sencillos: cenar en casa con un amigo/a, una tarde de sofá y película, un paseo en bicicleta... Curiosamente los habitantes de estas dos ciudades son gente que pedalea... No sé, allí todo va más lento, sobre ruedas. Parece que aún siendo dos de los países más avanzados del mundo han rebobinado su historia para recuperar placeres simples que parecen olvidados. Cosas como jugar y comer en los parques, sacar una botella de vino blanco y queso y sentarse en la puerta de casa al atardecer, conversar... Habrá muchos más, pero esos son los que me han tocado últimamente más de cerca. Es verdad que no está la economía para cruzar el charco, aunque de Latinoamérica, África y Asia llegarán bocanadas de sensaciones parecidas. Ahí está El Malecón de La Habana, ese espacio mágico donde pese a todo se respira vida. Y yo me pregunto. ¿A dónde viajan los turistas que visitan nuestra tierra? Iruña. San Fermín. Camino de Santiago. El otoño del Irati... Sí. Momentos. Lugares. Pero, ¿qué flota en nuestra atmósfera? ¿Que nos hace atractivos/as como destino? ¿Que sensación despertamos? No me sale la palabra. Habrá que inventarla. Pero sobre, todo llenarla de contenido.