hace mucho tiempo, 40 años, en una galaxia muy lejana, por aquí mismo, Osasuna jugaba un 10 de diciembre un partido de Segunda en El Sadar contra el Almería. Un encuentro de lo más normal, en un campo todavía nuevo, con graderíos con escalones a prueba de las rodillas de los mayores, para hacer escalada los pequeños. Al margen de mejorar el estado físico del espectador, los partidos eran citas para incondicionales, forofos algunos, pero fútbol muy familiar. Gabardina generalmente, faria y petaca, medio camino en villavesa y el otro medio a pie por descampados al campo.
Ayer en Madrid, hubo algo parecido a un partido de fútbol. Similar, porque se trata del mismo deporte, solo parecido porque los equipos viven al calor de sus hinchadas, en escenarios conocidos, en condiciones naturales, no con montajes de urgencia. Menudo lío en Madrid. En este mundo globalizado y multiplicado por todos con los granitos que ponemos en redes sociales y mandangas, validamos este jolgorio y le damos un me gusta general a este delirio, aunque no nos lo creamos, y parece que comprendemos incluso este fútbol transoceánico y a la fuga. Este disparate de equipos volando por medio planeta porque no es posible jugar un encuentro en condiciones normales da que pensar. Tanto la rutina del plan de salvación, como lo que se quiere salvar -¿el partido, la competición, el negocio, la grandeza del fútbol, sus valores, a sus hinchadas...?-, da para pensar.
Si no es posible un acontecimiento, espectáculo para otros, porque algunos de los convocados están dispuestos a matarse, las opciones inmediatas son claras: o no se hace la fiesta o se hace sin nadie. Y como esto segundo es un sinsentido, pues parece claro... A medio plazo también se podría insistir en la educación, pero esto llevaría más tiempo. Hay cosas que no perduran para siempre, y mucho menos si no se cuidan. Sin comportamientos cívicos y progreso mental van a ir cayendo desde cuestiones aparentemente superfluas hasta derechos fundamentales. Los problemas gordos que no tienen solución acaban en el cajón. Siguen siendo problemas, y el paso del tiempo a veces no es la respuesta.
Hace 40 años, Osasuna le ganó al Almería 1-0, con gol de Iriguibel. En un partido normal.