engo otro concepto de fiesta. Muy alejado, desde luego, de esa exhibición de armamento militar, marcha con paso marcial y disparos al aire. También de ese rancio pasamanos en el que se rinde pleitesía al heredero por línea de sucesión de un dictador. Porque la denominada Fiesta Nacional no pasa de ser, en su programa oficial, un desfile con aires pretéritos al que asiste uniformado y al frente de la tropa el Jefe del Estado, con la pechera cubierta de medallas y galones que no ha ganado batallando. Si se trata de mostrar músculo ante un posible enemigo que abrigue el propósito de una invasión, ahí va una mínima muestra del arsenal patrio: 2.565 militares, 68 aeronaves y 115 vehículos. Mermado todo en esta ocasión por los últimos coletazos de la covid-19, ese enemigo que ha causado en el Estado casi 87.000 muertes y al que no se puede rendir a cañonazos. Pero hay que estar preparados y alimentar una industria, la armamentística, que según las últimas Cuentas supone al Estado 21.623 millones de euros este año en gastos de Defensa. Así que donde debían estallar fuegos artificiales surgen en el cielo aviones de combate con humos de colores; en lugar de soltar vaquillas pasean una cabra; y la aportación musical son marchas militares y el tronar del cornetín no sé si llamado a la retirada o al combate. Veo que hay gente a la que esto aún le pone, unos por amor al Ejército y otros por nostalgia de tiempos pasado, que de todo hay. Basta con escuchar las lindezas que le dedican a Pedro Sánchez, supongo que los mismos, o correligionarios, de los que antes pitaban a Rodríguez Zapatero.

Ganas de mezclarlo todo en una Fiesta Nacional, también Día de las Fuerzas Armadas, Día de la Hispanidad y antes Día de la Raza (blanca, claro). Este 12 de octubre solo es festejado por el pueblo cuando coincide en el calendario con la oportunidad de trazar un puente que permita disfrutar de varios días de asueto. El rey, mientras, aprovecha la ocasión para pescar unos cuantos aplausos en una época comprometida para la Corona y para el monarca, a quien en una encuesta divulgada ayer un 29,1% de los encuestados lo sitúa en la derecha y un 14,2%, en la extrema derecha. Para tomarlo en cuenta. Por mucho que se vista de campechano. O por eso mismo.

La Fiesta Nacional no pasa de ser, en su programa oficial, un desfile con aires pretéritos al que asiste uniformado y al frente de la tropa el Jefe del Estado