abrá guerras en el metaverso? ¿Supondrá una amenaza la contaminación? ¿Estará ese mundo virtual a salvo de una pandemia? O, simplemente, ¿será cuestión de tiempo que el ser humano replique, en ese nuevo universo, todos los errores que le han llevado a este escenario en el que cada día parece más difícil dar marcha atrás de nuestros errores? El metaverso, si lo he entendido bien, nos abrirá la posibilidad de zambullirnos en una realidad paralela, un mundo hecho a la medida de cada uno, en el que para interrelacionarse basta conectar el ordenador y ayudarse de herramientas como gafas virtuales que sirven para dar verosimilitud a lo que estamos viendo. Así, sin levantar el culo de la silla, estará al alcance entablar conversación con el avatar de otra persona, pasear por calles de lugares remotos, comprar ropa, solares o vehículos e incluso mantener relaciones sexuales. Vivir, quizá, la vida (de ficción) que la vida (real) te niega. O de la que tratas de huir. Pero no sé hasta qué punto esto acabará siendo posible o es algo que puede terminar yéndose de las manos. Que haya un intento de suplantar con el mundo virtual el mundo que pisamos; que demos prioridad a lo que sucede en la pantalla y que, por puro cansancio, hartazgo o amodorramiento pase a un segundo plano lo cotidiano, eso que cada día es más difícil de digerir y que se nos hace tan cuesta arriba. Que huyamos a otras esferas, que tratemos de poner tierra de por medio, no va a eliminar los conflictos diarios. Pero es lo que viene. Ayer el Gobierno de Navarra presentó un espacio en el que las personas podrán interactuar con la Administración para realizar gestiones. Visto con los ojos de un inexperto, da la sensación de ser un juego de esos en los que los más jóvenes pasan horas con un mando en las manos mientras hablan, ríen y gritan con no se sabe quién o quiénes que están al otro lado. Pero esto va en serio, como lo avalan sus promotores y la publicidad que lo presenta como una oportunidad de negocio. Argumentos para que, por conocidos, se acaben replicando los problemas que ahora nos acosan. Y como para que un día alguien que no haya visto cubiertas sus expectativas decida desconectar el botón del metaverso... Para siempre.