hoy tenían que sacarlo del mausoleo que le levantó el Movimiento en Cuelgamuros y entregar sus restos a la familia para que disponga de ellos como le plazca que, por lo visto, tampoco es un destino tan indigno como el que él dio a sus víctimas. Pero no, no sale porque el Tribunal Supremo no sé a santo de qué aplaza la decisión. No vaya a ser que luego decidan que los nietos tenían razón y que con féretro al hombro puedan volver a meterlo. La ignominia, la afrenta se produce a toda la ciudadanía, no a una familia. ¿Por qué hay que seguir soportando ese agravio en una democracia que, en realidad, si se pudo empezar a construir fue gracias a que él murió? Nadie lo mató, no fue mártir, ni asesinado; todo lo contrario. Y ahí sigue. Para Jueces para la Democracia la resolución de la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso, tomada por unanimidad de sus cinco magistrados, “confirma la incapacidad de la justicia española para perseguir los crímenes de la dictadura y reparar a las víctimas”. Tiene que dilucidar si acepta o rechaza la demanda de la familia del dictador contra el acuerdo de exhumación del Consejo de Ministros. Y considera “insólita”, incomprensible” y “un sarcasmo” la argumentación del Supremo. “No se comprende la protección cautelar del interés de una familia, frente al desentendimiento o abandono del Estado a las familias de tantas víctimas que aún esperan verdad, justicia y reparación”. Bueno, igual sí se comprende en estos tiempos. Poco ha cambiado el cuento. En esta materia, y en otras, los jueces son los que mandan y el resto, a callar. Parece que lo de las urnas es mero postureo. Aviso a quienes esperan las notas de Selectividad y llegar a la universidad: ¡A por la judicatura! Total, de 5.377 jueces en activo, solo 476 se dicen progresistas.