Sucedió en un multitudinario aperitivo debajo de una olma (no sé quién descubrió el género del árbol y aún menos por dónde se le mira eso) hace ya unos cuantos muchos años. Entre las pausas para tirarle piedras a una chicharra (en el ranking ruido/tamaño debe de ser el primer bicho del mundo conocido), y después de un par de cervezas, expuse mi idea: "Quien invente un aparato que refresque/congele rápido se forra". Pero, claro, como soy de letras, los de ciencias me dedicaron displicentes sonrisitas de superioridad y echaron por tierra mi proyecto sin siquiera pararse a analizar su viabilidad técnica.

Cierto es que no ayudó mucho que yo me empeñara en llamarlo macroondas, ni que sostuviera, ya a la desesperada, la tesis de que sería tan sencillo como invertir los rayos de un microondas, pero a la vista está que hubo demasiado desdén y muy poca reflexión.

Y ahora, al cabo de unos cuantos años, salta la noticia: ya está en el mercado el chisme de marras, un microondas del que en su publicidad destacan que es capaz de "enfriar cervezas y otro tipos de bebidas en tan solo 30 segundos", por lo que ya no hay que usar la nevera para enfriar y se puede destinar solo para los líquidos y sólidos que hay que conservar a bajas temperaturas. Con el obvio ahorro de espacio y de gasto eléctrico.

Y, claro, ya he irrumpido en el WhatsApp familiar a decirle a unos cuántos que hemos perdido la ocasión de nuestras vidas para forrarnos, porque semejante revolución en el mundo del electrodoméstico se va a traducir en que en breve habrá un aparatito de ésos en cada cocina (supongo que al principio costarán un pastón, pero que irán bajando hasta precios asequibles).

Los visionarios somos así, gente incomprendida. Confío al menos en que este flagrante error sirva para que en el próximo verano presten mucha más atención a mi idea de la licuadora autolimpiable, el detalle clave que le falta a un cacharro que no tendríamos aparcado en la despensa si no hubiera que desmontarlo entero y limpiarle diez piezas cada vez que te haces un batido.