ero cómo somos de contradictorios. Para esquivar a la fatídica covid no hemos celebrado como merece la fiesta de la vida que son los cumpleaños, una efemérides por definición irrepetible, y sin embargo demasiada gente pareciera dispuesta a jugarse el tipo en este final de año que bastante haremos con finiquitar sin más contratiempos. Cómo entender por tanto este drama colectivo por posponer un par de comidas más y otras tantas cenas de Navidad, con todas las citas a mesa puesta que tenemos pendientes desde que en primavera nos sobrevino este coronavirus para comprometer nuestra existencia como nunca antes imaginamos. Sentados los principios irrefutables, sobre la base del sentido común primero y en justa correspondencia con el sacrificio de los profesionales sociosanitarios después, cabe preguntarse qué sucede con las personas de mucha edad que sienten tan cerca a La Parca que prefieren el riesgo de contagio a una compañía mínima y no digamos a la soledad. O, dicho de otro modo, que anteponen la salud emocional a la física desde la angustia que les inflige su convicción de que tal vez sean sus últimas Navidades, con la carga sentimental que les procuran estas fechas, y de que no tendrán otra ocasión de reunir a todos sus seres más queridos. Si esta excepción a la lógica fuera mi caso, ya estaría pergeñando cómo adecuar ese supuesto concreto a las recomendaciones generales. Pero como afortunadamente no lo es, ando dedicado a urdir unas Navidades en miniatura que sepan igual de bien, con esa mezcla de momentos nostálgicos por todo lo bueno que nos ocurrió y de pellizcos de felicidad por seguir aquí siempre a la búsqueda de otros sucedidos reconfortantes. Ese formato reducido exige priorizar el blindaje individual al brindis grupal y consagrarse también a echar de menos esos tragos en compañía para coger la próxima Navidad con el ansia viva que la rutina atenuó. Vayamos avisando a quien corresponda de que en 2021 no perdonaremos ni una quedada, comenzando por las cenas de empresa y de cuadrilla, siguiendo por Nochebuena y Nochevieja, y así hasta la partida de los Magos de Oriente. Con la vacuna corriendo por las venas, pendoneo máximo.

Vayamos avisando de que en 2021 no perdonaremos ni una quedada, comenzando por las cenas de empresa y de cuadrilla y así hasta la partida de los Magos de Oriente