a igualdad es una ficción, o lo que sería lo mismo, solo en la ficción las mujeres llegan a ser iguales a los hombres. La frase es de un compañero de trabajo, la dijo hace unos días leyendo la actualidad y comprobando que es en las páginas de cultura donde se cuentan historias con personajes de ficción femeninos que ocupan puestos a los que raras veces llegan en la vida real. La desigualdad sigue siendo el gran reto pendiente. Avanzamos, pero despacio y las generaciones se van sucediendo sin ver cerrada esa terrible brecha. Da igual en que día del año te adentres para encontrar muchas más historias de discriminación que de igualdad real. Ayer se celebró el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una jornada creada para reivindicar el acceso de las mujeres al mundo científico. Si algo ha puesto de manifiesto esta crisis del covid es no solo la importancia de la ciencia y de la inversión en investigación, sino el papel que las mujeres están jugando en la gestión de esta crisis mundial. Mujeres que están liderando desde la investigación científica y médica hasta la gestión política de la pandemia. Desde lo local, con la consejera de Salud Santos Induráin o la directora de Salud Pública Marian Nuin a lo mundial. Estudios en varios países concluyeron que allí donde la gestión de la pandemia había tenido detrás mujeres en la toma de decisión, obtuvieron mejores resultados, algo muy significativo en un mundo en el que menos del 7% de los líderes globales son mujeres. Y pasa también en la ciencia, donde muchas investigadoras todavía hoy son casi invisibles, donde por muchos logros sigue faltando la fórmula que consiga la igualdad. En este 2020 por fin los Nobel reconocían a tres de ellas, Andrea Ghez, por sus contribuciones en el mundo de la Física y Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, en Química. Y ahí está también la madre de la vacuna contra el covid, la bioquímica húngara Katalin Karik, que ha pasado 40 años trabajando en la sombra desarrollando avances claves. La sombra es el lugar desde el que se están logrando grandes hitos en esta pandemia, donde más que nombres propios hay esfuerzos colectivos y muchas horas de trabajo anónimo. Lo cierto es que las mujeres han estado y están en el mundo de la ciencia en todos los niveles pero no se las ve, quizás porque durante años la historia se ha encargado de silenciarlas. Ahí están Rosalind Franklin o Marie Curie entre otras. Son muchas y cada vez más y es esencial contar su experiencia porque sirven de ejemplo para que las generaciones futuras de niñas y adolescentes vean en la Ciencia un camino por el que andar a la par que sus colegas masculinos. Es clave tener referentes para consolidar vocaciones, y si no las hacemos visibles el camino seguirá siendo desigual.

Las mujeres han estado y están en el mundo de la ciencia en todos los niveles pero no se las ve, quizás porque durante años la historia se ha encargado de silenciarlas