Poco antes de la invasión rusa en Ucrania se dio a conocer un estudio que revelaba que esta nación que perteneció a la URSS tenía inmensas reservas de óxido de litio que se acercaba a las 500.000 toneladas, una de ellas en el Donbass. Un material clave en la industria aeroespacial y para producir baterías, cuyo precio además se ha disparado casi un 50% en el último año por la expansión del coche eléctrico. Ucrania ya era rica en cobre, cobalto y níquel, además de ser el granero de Europa. Pero la presencia de litio había llamado la atención de grandes inversores extranjeros australianos y chinos. ¿Es un factor determinante en esta guerra o al menos una clave a tener en cuenta? Si los conflictos internacionales lo fueron por cuestiones ideológicas o políticas a partir de la Guerra Fría la mayoría de las guerras se han emprendido por el control de los recursos y por intereses económicos. Y ahí está la hemeroteca de los últimos 60 años. Petróleo, acceso a tierras, gas o ciertos minerales estratégicos han exacerbado las divisiones étnicas o de caracter religioso, como ocurrió en el Congo. La guerra de Irak, impulsada por Estados Unidos y Reino Unido bajo la excusa de destruir las armas de destrucción masiva, les permitió desplegar su cinturón de seguridad en los principales estados productores de petróleo de la península arábiga. Arabia Saudi financia a su vez con armamento el conflicto civil de Yemen, un país que se desangra silenciososamente entre combates y hambruna. La obcecación saudí con este país no tiene que ver con una facción del islam sino con su posición geoestratégica para el tráfico mundial del crudo. Y suma y sigue... Inmersa en la peor crisis energética desde los 70 la Unión Europea ya ha decidido comprar más gas a Estados Unidos para aislar así a Rusia, que hasta entonces era el principal suministro de países como Alemania. A su vez Argelia, aliado de Rusia, era y es el principal proveedor de gas natural para España... Se desconoce qué ocurrirá ahora que España ha decidido dar la patada definitiva al pueblo saharaui. Dependencia energética de otros países y de los combustibles fósiles que presionan más que ningún misil. Europa se descuelga de momento de los vetos de Estados Unidos y Reino Unido a las importaciones de petróleo ruso, y los americanos negocian ahora también con Venezuela. Las energías renovables y sostenibles no son todavía una alternativa aunque sí una oportunidad. Creo de todos modos que las guerras del futuro tendrán como objetivo la posesión y control de bienes mucho más esenciales como es el agua o la tierra. El cambio climático, el crecimiento del consumo y la degradación medioambiental van a seguir presionando de manera insostenible sobre los recursos naturales. No se si necesitaremos litio para baterías o cobalto para móviles porque, quizás, con la devastación de la naturaleza y el calentamiento de la tierra se generarán mayores desequilibrios en el planeta y nuevas guerras para tener quizás solo acceso a agua potable.