Me advirtieron del desastre pero no me lo quise perder y me pasé por el monolito de piedras para conocer de primera mano lo que quedaba de la antigua Noria de Sangre en la Magdalena.

La decepción fue mayúscula. Una torre de piedras arejuntadas sin ningún sentido y una pequeña cristalera opaca de la que, como señalaban los vecinos este fin de semana, "no se ve nada". Se intuye eso sí un pozo, nada más. Ya se veía venir con la marcha de las obras que este hallazgo arqueológico no iba a acabar bien. Mucha excavadora y poco cincel.

El Ayuntamiento de Pamplona ha perdido sin duda la oportunidad de poner en valor una pieza histórica de lo que significó la labranza y el trabajo agrario en las huertas de la Magdalena. Un sistema hidráulico que regó las huertas, nutrió el convento y el hospital de leprosos que anteriormente ocupaba el edificio de las Josefinas desde el siglo XI, y que propablemente también abasteció a una parte de la ciudad. Que además caía en un lugar estratégico junto al puente viejo del Camino de Santiago y puerta de entrada al Casco Viejo.

Como hija de labradores y hortelana por afición me duele todavía más. Era el único ingenio hidráulico que quedaba en Iruña, de los tiempos en que el río Arga constituía uno de los "pilares económicos de la población", como método de extracción de agua para riego de las huertas próximas. La rueda giraba gracias a la fuerza del animal ya fuesen burros, mulas, caballos o los propios bueyes que ayudaban a arar los campos. Pozo, noria y aljibe se encontraban intactos cuando fueron descubiertos con motivo de las obras del parque de Txantrea Sur. Ante las quejas de vecinos y grupos de la oposiciñon Príncipe de Viana paralizó cautelarmente las obras. F

inalmente, el equipo de gobierno de Navarra Suma cambió de proyecto y decidió entonces mantener la noria de sangre tal y como fue encontrada, sin rebajar la cota. Pero lo cierto es que no ha tenido ningún respeto ni interés por este hallazgo pero tampoco la institución Príncipe de Viana parece haber velado por su conservación para hacer cumplir sus propias directrices.

¿O acaso se han llevado a cabo las excavaciones que ordenó? Lejos de ello lo que se ha hecho es enterrar lo descubierto y privar a la ciudadanía de una parte de su historia. La edificación fue desmantelada por las excavadoras hasta que se ordenó detenerla y el aljibe que recogía el agua extraída por la noria ha sido anulado y rellenado con gravilla, un depósito que podía regar hoy el propio parque, admite el escultor Peio Iraizoz, que ha seguido muy de cerca las obras en Txantrea Sur, y que ya propuso que la restauración y puesta en valor más lógica y, seguramente más barata, pasaba por "la reposición del mecanismo de impulsión histórico, es decir, la noria de madera que es la que da todo el sentido al pozo-aljibe, y sin la cual los otros dos no se entienden".

Ponía como ejemplo la restauración que se ha llevado a cabo en el Parque de Bezares o la del Consell de Mallorca. En otras ciudades como Soria la noria de sangre ha sido recuperada en el entorno de San Juan de Duero, o en Salamanca, con la restaurada en la Huerta Otea, en la ribera del Tormes, donde "sí que saben sacar provecho de su pasado y de su historia", destacaba en su día el historiador Mikel Zuza.

Un mecanismo de rueda que podría funcionar en determinadas ocasiones. Sería la atracción para los más txikis, una lección de la historia y orígenes de la ciudad para los adultos, un reclamo para peregrinos y turistas...Ni siquiera han puesto un cartel explicativo de cómo funcionaba. No era èste el proyecto de parque y vial que hubiera diseñado este gobierno municipal. Ni la noria que regó la Magdalena durante siglos un hallazgo de interés. Tampoco es el barrio que más les inspira. Está claro.