La restauración de la noria de sangre en el nuevo parque Camino de Santiago de la Txantrea ha defraudado a los pamploneses a tenor de los comentarios realizados por quienes se han acercado en estos días festivos al lugar. Este hallazgo arqueológico, ubicado en las antiguas huertas de las Josefinas, ahora integradas en esta nueva zona verde de Pamplona, y que ya está abierto al público tras meses de trabajos se exhibe como un lugar elevado pero con sus secretos inaccesibles a la vista pues los cristales colocados a ras de suelo son casi opacos y no permiten ver el fondo. "No se ve nada", ha sido el comentario de la casi totalidad de visitantes.

Situados en la cima, los curiosos no acertaban a vislumbrar cómo había quedado resguardado del paso del tiempo este yacimiento. Además, ignoraban si podían acceder al interior por una puerta lateral acristalada que solo deja ver una escalera, que se hunde unos metros, hacia el corazón del pozo, del que no se puede saber con total exactitud cuánto tiempo lleva bajo tierra, aunque en el momento de su descubrimiento se dató su origen en el siglo XI.

"¿Pero qué tipo de cristales han puesto? Son como esmerilados y con relieve. No dejan ver el interior. Además, parece que resbalan, así que si llueve puede haber accidentes. ¡Vaya chasco!", comentaba Rosa Galbarra, vecina de la Txantrea. Una desilusión compartida por casi la totalidad de visitantes que este viernes por la mañana había decidido acercarse para ver el resultado de la restauración.

"Pues para no poder ver algo que se supone importante en la historia de esta ciudad se podían haber ahorrado el trabajo. Yo esperaba que se pudiera contemplar el interior y que hubiera más información sobre qué era esta noria, para qué servía, cómo funcionaba... no sé algo más. Parece que esta restauración está hecha para salvar el expediente y que no acusen al Ayuntamiento de no conservar restos arqueológicos, pero sin verdadero interés por convertir el yacimiento en algo accesible a la ciudadanía", lamentaba Marta Arrastia, vecina de Villava.

A falta de algún letrero explicativo, muchos de los paseantes preguntaban por qué se llamaban norias de sangre este tipo de artefactos. La extracción de agua, que normalmente llegaba por filtración a un pozo, se producía en ellos mediante la colocación de la noria en una mota en la parte superior con una sucesión de recipientes que la sacaban a la superficie, normalmente ayudados por la tracción animal que hacían girar la rueda, de ahí el nombre de noria de sangre, pues a diferencia de otras no era movida por corrientes de agua o viento.

"La verdad es que no he leído últimamente nada sobre la noria porque esperaba que hubiera información aquí y quería que mis hijos la conocieran de fuentes rigurosas, pero nada, salvo unos cristales en el suelo que no permiten ver nada y una puerta que deja entrever unas escaleras, no hay gran cosa. Aunque los restos mejor están así que enterrados", reflexionaba Carlos Navaz, vecino del Casco Viejo de Pamplona, quien había aprovechado la soleada mañana para acercar a sus pequeños a un retazo de la historia de los antiguos pobladores de la ciudad.

Los integrantes de la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona visitaron este miércoles el lugar con motivo de la finalización de las obras de la primera fase del parque, que han aportado a la ciudad un total de 24.000 metros cuadrados de jardines y vegetación en su entrada sur. Las obras comenzaron a finales de agosto de 2020, pero este hallazgo arqueológico supuso una modificación del proyecto inicial para rediseñar la nueva plaza de acceso al parque desde el puente de la Magdalena, que integra este antiguo pozo- noria de tiro, de acuerdo con los informes de Príncipe de Viana.

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De no ser por el empeño de un historiador y vecino del barrio de la Magdalena, Peio Iraizoz, el artefacto habría pasado a mejor vida dentro de las obras de urbanización que se llevaron a cabo en la zona. En su momento, ya advertía del peligro de una restauración como la realizada. "Su aparición levantó lógicas expectativas de que se haría lo posible para restaurarlo y conservarlo, y así lo anunciaron a bombo y platillo desde instancias municipales. Pero como desafortunadamente ocurre siempre en Pamplona, el proceso parece haber quedado en un levantamiento salvaje de todos los restos -que se supone que volverán a ser recolocados formando un pastiche que tendrá ya poco que ver con lo originalmente hallado- y que además sufrirán una especie de nuevo enterramiento que impedirá que la ciudadanía (siempre convidada de piedra para los actuales responsables del Ayuntamiento) pueda conocerlos para comprender su historia y su funcionamiento", criticaba en agosto de 2021.

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Unos restos arqueológicos que han sido objeto de crítica política por la actuación del equipo de Gobierno del Ayuntamiento, ya que el alcalde, Enrique Maya, retomó las obras en la noria tras su descubrimiento sin contar con autorización de Patrimonio. La Dirección General de Cultura - Institución Príncipe de Viana le tuvo que recordar que el Ayuntamiento no contaba con autorización para realizar obras en la Noria de Sangre de la Magdalena y su entorno, hasta que hubiera un informe favorable del proyecto de conservación del bien. Finalmente, el equipo de Gobierno cambió de proyecto y decidió mantener la noria de sangre tal y como fue encontrada, sin rebajar la cota.

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Tampoco las declaraciones de algunos de los concejales, como Juan José Echeverría, ayudaron a cerrar la fractura entre el Ayuntamiento y el Gobierno foral: "No somos gremlins que en cuanto oscurece damos la vuelta a las piedras". "¿Ustedes me imaginan por las noches pico y pala robando piedras?". "No nos hemos llevado ninguna piedra a casa y no las hemos escondido debajo del puente de la Magdalena", ironizaba el concejal de Urbanismo para defenderse de las duras críticas de la mayoría municipal por "el alarmante, descuidado y errático trato" que Navarra Suma estaba dando a la noria de sangre.

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No es el único ingenio de este tipo en Pamplona. Son tres las norias de sangre de las que se tiene conocimiento en la capital navarra, la recientemente descubierta en la Rochapea, en las obras del nuevo edificio dela Clínica Psiquiátrica Padre Menni, y cuyos restos deberán ser desmontados y reconstruidos en el nuevo complejo clínico; la que se conserva en el rincón de la Pellejería y la de la Magdalena, ahora abierta al público.

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El parque donde se ubica el yacimiento, no obstante, no está concluido. Aún quedan por licitar y ejecutar otras dos fases de esta zona verde que se encuentra comprendida entre el río Arga, el acceso a la ciudad desde el Camino de Santiago Francés, el límite con término municipal del Ayuntamiento de Burlada y el borde sur de Txantrea.

Una vez concluidas, la ciudad contará con un nuevo parque de 100.000 metros cuadrados, que tendrá casi un kilómetro de largo desde el río Arga y la Magdalena hasta el límite con Burlada y con unos cien metros de ancho.

En las dos fases que quedan pendientes, se construirá un nuevo paseo peatonal por el parque, distintas zonas de estancia y juego que acompañan a dicho paseo y las zonas verdes provistas de riego. También se instalarán pistas de parkour y skate y en recuperar la regata Iturriapurria, el bosquete de robledal que limita con Burlada y la orla de ribera. Al sur de ese ámbito se crean las zonas de huertas familiares, huerto de concesión, área de picnic y esparcimiento canino.