que de la firma del pacto entre UPN y PP para concurrir en listas conjuntas a las elecciones generales, forales y municipales de Navarra la noticia en los medios españoles sea que Pablo Casado y el pseudoperiodista Eduardo Inda se montaran como postre un show en el bar Koxka de Alsasua, dice todo del ínfimo nivel en que chapotean la política y el periodismo en Madrid. No es nuevo esto de utilizar a la localidad de Alsasua y a sus habitantes para amplificar el ejercicio de la política y el periodismo de más bajos instintos humanos -que Casado e Inda representan a la perfección-, pero eso no impide comprobar que el alcance de las falsedades e intoxicaciones que aguanta esta localidad navarra desde hace dos años y medio no sustentan más que un inmenso e interesado montaje político y mediático al servicio de los intereses más oscuros de una derecha española cada vez más decaída hacia la ultraderecha. Y tampoco es casualidad que Inda haya ejercido de indigno correveidile de la mafia policial de las pestilentes cloacas de Villarejo utilizando su medio digital para esparcir todo tipo de porquería contra personas, partidos, sindicatos, bancos, empresarios, etcétera. Y quizá eso no sea, en realidad, lo más destacado del montaje que se organizaron ambos ayer en Alsasua. Es más evidente el desprecio que Casado y Beltrán dedican a Esparza y a UPN, una confirmación de que su opinión ya es prescindible una vez estampada la firma de la coalición que asegura al PP su supervivencia en las instituciones navarras a costa de los votos de UPN. Evidentemente estos hechos a UPN le hacen más daño que beneficio en Navarra, un coste añadido al de cargar con la corrupción y el impetuoso y demagógico nuevo antiforalismo del PP. Una confirmación más de lo que es una mala jugada a corto plazo para UPN -Casado ni siquiera sabía ayer en Pamplona quién es Sergio Sayas, el parlamentario de UPN que aspira a liderar la lista de UPN-PP-, y lo será aún más a largo plazo, como ya ha ocurrido con tras formaciones similares a UPN en Aragón, Valencia o Álava. Muy poco que ganar, como no sea apañar un resultado malo en las urnas, y mucho que perder en la política navarra real. Y sobre todo, también una provocación más contra una población, unas familias y una localidad que tienen que soportar una prisión preventiva desproporcionada y a estas alturas del proceso judicial también injusta contra ocho de sus jóvenes por una pelea en un bar de madrugada con dos agentes de la Guardia Civil en octubre de 2016.