El sentimiento osasunista desbordó ayer las calles más céntricas de Pamplona. Tres años después, los aficionados aclamaron a la plantilla y corearon los nombres de los protagonistas de este octavo ascenso a Primera División en los 98 años de vida del club. Osasuna retorna a la categoría que le corresponde por historia y no es una frase hecha: ocupa el puesto número 16 en el ranking de los 63 equipos que han alcanzado alguna vez la Primera División. Sin embargo, el fútbol, convertido ahora en una productiva industria, no repara en esos detalles estadísticos y es la capacidad económica de los clubs la que selecciona a los favoritos, no importa su pasado o que estén enraizados en una ciudad grande o pequeña. En este contexto, la participación en el Campeonato de Primera División lleva pareja una importante inyección financiera (la próxima temporada será de unos 50 millones de euros en el caso de Osasuna) que permite a los clubes, atendiendo a los criterios establecidos por LaLiga, primero amortizar deuda, y luego reforzarse con buenos futbolistas e ir haciendo caja. Ahí comienza a ampliarse la diferencia con los equipos que no consiguen salir de Segunda, de tal forma que la permanencia en la máxima categoría, además de un éxito deportivo, contribuye a reforzar la solvencia financiera y permite enfocar con garantías proyectos de mayor calado. Ni que decir tiene que para los rojillos prolongar su estancia entre los grandes supondría darle la vuelta por completo a una crítica situación que cerca estuvo de ponerle al borde de la desaparición hace apenas cinco años. Con la ejecución de las obras de remodelación del estadio en puertas (presupuestadas en 23 millones de euros) esos ingresos permitirían un gran desahogo y asentar un proyecto bien encaminado por Luis Sabalza y su directiva durante el último año. La exigencia deportiva, sin embargo, va a ser muy alta en el próximo curso e igual de importante sería que si las expectativas no se alcanzan, impere la serenidad en la toma de decisiones y no se caiga en el caos en que derivó la anterior estancia en Primera y que fracturó a la masa social. Con el centenario en puertas, los dirigentes deben rentabilizar no solo el capital económico, también el humano, el de los sentimientos, esos que ayer desbordaron de osasunismo Pamplona y Navarra.