maría Chivite afronta hoy la investidura con la seguridad de que mañana se convertirá en presidenta. Una semana después de que el líder de su partido, Pedro Sánchez, fracasara en el intento, la candidata navarra da el mismo paso pero sabiendo de antemano que su éxito está asegurado. Precisamente es EH Bildu, con quien no ha querido ni sentarse a mantener una reunión siquiera protocolaria, quien le facilita el acceso al Palacio foral. No es ni mucho menos un cheque en blanco lo que entrega la izquierda abertzale a la secretaria general del PSN. Adolfo Araiz subrayó que la próxima jefa del Ejecutivo foral no debe hacer una lectura errónea del resultado de la consulta que ha convocado la formación soberanista entre sus bases. Pese a que el 75% ha votado a favor de la abstención y solo el 25% lo ha hecho en contra, a nadie se le escapa que ese escrutinio sería distinto si la ejecutiva de EH Bildu, incluido Arnaldo Otegi, no hubiera instado públicamente a permitir esta investidura por la estratégica razón de mantener a todas las derechas en la oposición. Lo que no cambia esta consulta es el malestar en las filas abertzales con el PSN, que se agudizó con la decisión de los socialistas de impedir, por acción u omisión, todas las alcaldías de EH Bildu que dependieron de sus votos y que no ha hecho sino empeorar con la política de exclusión hacia la coalición soberanista. Por lo tanto, Chivite va a arrancar su andadura con 23 votos a favor y 22 en contra. A tres de la mayoría absoluta y con la necesidad de alcanzar acuerdos con EH Bildu si quiere tener una legislatura estable. Su Gobierno, eso sí, tendrá un doble refrendo. Por un lado, el de las urnas, donde la mayoría de la ciudadanía apostó por continuar con las políticas de progreso iniciadas en 2015. Y por otro, el de las bases de todos los partidos que van a participar directamente en el Gobierno, como es el caso de PSN, Geroa Bai y Podemos, además de Izquierda-Ezkerra, que lo hará desde fuera. La militancia socialista dio su apoyó a esta fórmula con un abrumador 89%. El consejo general de Geroa Bai, formado por PNV, Zabaltzen, Atarrabia y representantes de todos los grupos municipales, lo respaldó casi por unanimidad. En Podemos fueron el 79% quienes lo apoyaron y en Izquierda-Ezkerra contó con el aval del 87,5% de IU y el 95% de Batzarre.