mientras la pasada semana pensionistas de todo el Estado se concentraban tras caminar hasta Madrid ante el Congreso para participar en una gran manifestación para exigir unas pensiones dignas, el director general de Economía del Banco de España insistía en la excusa de la viabilidad financiera del sistema de pensiones, reclamando “reformas de calado” que necesitarán “ajustes” tanto por el lado de los ingresos como de los gastos. Tras el éxito de la movilización, la llamada Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) aseguraba que el problema de la sostenibilidad del sistema es “manejable”, pero que “hay que abordarlo ya” para lograr mantenerlo con “un poder adquisitivo suficiente”. Si el Banco de España sostiene que vincular nuevamente las pensiones al IPC aumentaría el gasto en, aproximadamente, dos puntos del PIB en 2030 y en más de tres puntos del PIB en 2050, la Airef subrayaba que la revalorización anual en función del índice de revalorización de las pensiones (IRP) que adoptó el Gobierno del PP en el 2013 “es impracticable” en la medida en que supondría una subida de apenas un 0,25% anual durante un largo periodo de años, hasta lograr el equilibrio presupuestario de la Seguridad Social, y ello derivaría en una pérdida de poder adquisitivo de hasta el 30%. Son solo algunos de los aspectos y opiniones sobre la mesa, con un sistema de pensiones ya lastrado por su situación deficitaria -tras vaciar la hucha en salvaguardar intereses particulares ajenos a los de los pensionistas- y por el impacto que en él tendrá la mayor esperanza de vida, la menor la natalidad o la jubilación de los denominados baby boomers. Los avances que los partidos fueron trabando en la anterior Legislatura en el Pacto de Toledo saltaron por los aires a última hora y la parálisis que la imposibilidad de formar Gobierno y la repetición electoral suponen vuelve a posponer una vez más la ineludible y urgente cuestión de abordar con eficacia y justicia social el futuro del sistema de pensiones y su sostenibilidad. Porque mientras los partidos y los políticos se enredan con sus cuitas, mientras la acción legislativa sigue paralizada, las cosas auténticamente importantes, las que condicionan la vida de las personas, siguen en el aire. De mo-mento, el movimiento de pensionistas de la CAV y Navarra advierte de que se ha “cansado de esperar” a que se atiendan sus demandas y da por “concluido el tiempo de las promesas”, con lo que se propone “incrementar en calidad y cantidad” el nivel de sus protestas.