l presidente del Consejo, Charles Michel, ha necesitado una semana desde que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, presentara al Parlamento el plan de recuperación económica (500.000 millones en subsidios y 250.000 en préstamos) y la previsión del marco financiero plurianual 2021-2027 (1,1 billones) para anunciar que convocará a los mandatarios de los estados miembro de la Unión Europea por videoconferencia el próximo día 19, dos semanas más tarde. Al hacerlo, el Consejo ya avanza que dicho encuentro seguramente no culminará con acuerdo y se hará necesaria otra cita en julio. Es decir, entre la presentación del plan y su aprobación por el Consejo, si esta se logra, habrán transcurrido más de 35 días; más de tres meses desde que Von der Leyen, en su intervención del 26 de marzo ante la Eurocámara, parafraseara a uno de los padres fundadores de la Unión, el también alemán Konrad Adenauer, al reivindicar "un corazón grande, no 27 pequeños". Que tras esos más de tres meses la Europa golpeada por la pandemia siga pendiente de la resistencia de algunos estados -principalmente Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia, pero no solo- a mutualizar los esfuerzos para superar los efectos socioeconómicos de la misma define el momento en que se halla la UE. Pero también la necesidad de su redefinición, supeditada como está a una estructura basada en los estados y un proceso de toma de decisiones condicionado finalmente por estos y sus particulares intereses pese a que se ideó en 1992, con el Tratado de Maastricht, como un sistema de codecisión Parlamento-Consejo. Ni su revisión por el Tratado de Ámsterdam (1999) ni su confirmación por el Tratado de Lisboa (2009) corrigieron el principal procedimiento legislativo de la Unión, que sacrifica a la unanimidad de sus estados la capacidad de actuación, también las decisiones que por mayoría adopta el único órgano democráticamente elegido por sus ciudadanos, el Parlamento. Y antes o después, Europa, si pretende su verdadera Unión, deberá hacerlo. Mientras, su Consejo, ante su próxima cita, haría bien en recordar a otro padre fundador, el francés Robert Schuman, quien en su declaración del 9 de mayo de 1950, hace 70 años, embrión de la comunidad europea, vaticinó: "Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho".