avarra entra en una semana decisiva en torno al covid-19. Importante para conocer la tendencia de la evolución de la epidemia y clave para tomar nuevas decisiones. Unas decisiones que inevitablemente tienen un contexto local, pero también autonómico y estatal. La incidencia, es decir, el número de casos positivos en relación a la población, sigue una tendencia alcista, que no se dispara pero que tampoco acaba de contenerse. En esta cuestión es cierto que, pese a acaparar titulares mediáticos y discursos políticos, la incidencia (positivos según población) es un indicador más de la situación epidemiológica que merece un análisis de su letra pequeña más allá del mero dato de casos diarios (total de PCR y positividad, contagios sin vínculo conocido, nivel de detección, sintomáticos y asintomáticos€.) además de cruzarlo con otros parámetros como la presión asistencial u ocupación hospitalaria, la letalidad, entre otras. En este sentido, la situación de Navarra, real y comparativamente, es bastante mejor que la que le indica el ranking parcial de incidencia. Aunque en esto de la covid-19 no debería valer mirarse al ombligo ni hacerse trampas al solitario como algunas comunidades porque no se trata de que a uno le vaya mejor que al de al lado sino de que a todos nos vaya bien porque el virus no tiene fronteras. En cualquier caso es una situación preocupante que el gobierno en primer lugar y la sociedad en su conjunto en todo momento, debe de encarar sin pérdida de tiempo. Y lo debe hacer desde la serenidad política, el rigor técnico y la corresponsabilidad ciudadana. Habrá que revisar lo que se está haciendo, contar con todos los agentes implicados y dar nuevos pasos en ese difícil equilibrio entre los factores que influyen en la gestión y vivencia de la pandemia en este mundo dual, covid y no covid. El tiempo es un factor importante. Y lo es en un doble sentido. Porque a la vista de la evolución de otras autonomías, puede que Navarra empiece a doblegar la curva en los próximos días, pero tampoco es descartable que no sea así, razón de más para reflexionar y actuar ya en aquellos puntos débiles en el abordaje de una pandemia con un claro sesgo y factura social que requiere de una importante intervención comunitaria así como otras medidas y actualizaciones de protocolos en los que Navarra ha ido muchas veces por delante del Estado en clave de cogestión, pero con capacidad de decisión. El viernes toca renovar la normativa foral. No hay que levantar el pie del acelerador para detener esta pandemia en la que desde luego sobran juegos e intereses partidistas cortoplacistas.