os principios morales y éticos están por encima de las consideraciones personales o familiares", aseguraba el día Nochebuena el rey Felipe II aludiendo de manera tangencial a la situación de su padre. Son las retóricas monárquicas que de sobra conocemos. Discursos manoseados, vacíos, fáciles, cortados por el mismo patrón y, además, fariseos. Discursos que tratan de apelar a las emociones, a reforzar el papel del Estado centralista y de una única nación. Todavía recordamos al emérito, hoy huido a un hotel de lujo en Abu Dabi para evitar la justicia, diciendo en 2011 que la justicia es igual para todos cuando su yerno, el duque de Palma, estaba investigado por el caso Nóos por el que sería condenado, en 2018, a casi seis años de cárcel por los delitos de prevaricación, malversación, fraude y tráfico de influencias. Hoy ya nadie duda del conocimiento de Juan Carlos I o incluso complicidad en aquellos oscuros negocios en los que el nombre de la monarquía era utilizado para sacar tajada del dinero público. Hoy es él quien también está en el punto de mira de la justicia al haber presuntamente utilizado a su amante Corinna como testaferro con el objetivo de ocultar patrimonio y propiedades en el extranjero. Comisiones que ha ido cobrando a cambio de favorecer a intereses de empresarios o negocios amigos.

El discurso de Navidad una vez más mantiene también las posturas intactas de promonárquicos y republicanos. Lo que menos se entiende es la postura del partido socialista con su pasado republicano sacando las castañas a un monarca que, por otro lado, hace seguidismo de la derecha allí donde pisa. En primer lugar, obviando como ha sido este caso temas sensibles que no le interesan a esta monarquía como la violencia de género, el gran drama de la inmigración o los militares ultras que, por cierto, volverán a firmar manifiestos ultras, porque se sienten impunes. Hace apenas tres años Felipe II reivindicaba 1977 como comienzo de la democracia, obviando la Segunda República; y calificaba de "tragedia" la Guerra Civil y la dictadura, sin hacer mención a la lucha antifranquista, y este año hablaba de periodo de "divisiones y enfrentamientos". Estos son los principios éticos de los Borbones. Casualmente ayer, hace ahora 50 años, un 27 de diciembre el emérito acataba la Constitución española que declaraba una monarquía parlamentaria en la que el jefe del Estado es el rey. Continuidad de una Dictadura, un régimen en crisis que además nos cuesta ocho millones anuales.