Un grupo de violentos trató de asaltar ayer por la fuerza el cordón policial que protegía a los concejales de Navarra Suma y PSN al finalizar la procesión de San Fermín. La mayoría de los allí presentes se limitó a increparles y lanzar consignas contra Maya y contra UPN, como ya ocurrió lamentablemente en 2019, pero lo que nadie esperaba es que los agentes no pudieran contener los empujones, manotazos y algunos puñetazos que se lanzaban desde ambos lados de la calzada por parte de un grupo de violentos. Los sucesos ocurrieron al comienzo de Curia con una calle repleta de gente.

Si el cohete fue el día anterior un ejemplo de convivencia y respeto, en el que reinó las ganas de fiesta y la concordia tras años de pandemia, la agresión durante la procesión enturbia las fiestas más esperadas por la ciudadanía y vuelve a situar a Iruña en una diana mediática inmerecida. En este caso han sido grupos del ámbito abertzale pero podrían ser de cualquier ideología porque no representan a nadie en el empleo de una violencia gratuita, injustificada y premeditada con una lamentable resultado: tres policías resultaron heridos, uno de ellos tiene rotura de nariz y dos sufrieron golpes lo que da una idea de la agresividad con la que actuó un grupo de radicales. La policía municipal custodiaba a los corporativos, no se enfrentó a ningún manifestante, sencillamente cumplía su trabajo y salió escaldada. Lo ocurrido ayer en la procesión vuelve a demostrar que hay una minoría dispuesta no sólo a reventar las fiestas sino a dar argumentos a quienes critican y legitimar sus decisiones como el apartheid de colectivos populares en escenarios de la fiesta. Como también hay quien mantiene que hay otras manos negras detrás de lo sucedido.

Lo cierto es que todos los grupos municipales del Ayuntamiento de Pamplona rechazaron ayer los execrables sucesos. También EH Bildu aseguró que las agresiones están “fuera de lugar” lamentando los incidentes que “no se pueden justificar” dando un paso al frente en esta década post ETA. Hay muchas formas de expresar las legítimas quejas y rechazo a la gestión municipal sin necesidad de empañar el día más grande de las fiestas. El alcalde Maya trataba ayer de extender las responsabilidades: “Unos crean el ambiente y otros lo rematan”, buscando culpables entre los grupos políticos que no comparten su ideario, tratando de utilizar este intento de linchamiento para desacreditar al adversario político. Los extremos vuelven a retroalimentarse.