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Editorial

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El PP como fortaleza de Vox

La huida hacia delante de la formación ‘popular’ obliga a estrechar su relación con la formación de Santiago Abascal, que gana en influencia, presencia y socialización de su mensaje sin ningún tipo de desgaste a cambio

El PP como fortaleza de VoxEduardo Manzana

Lo acontecido recientemente en la Comunidad Valenciana, con el acceso a la Presidencia de la Generalitat de Juan Francisco Pérez Llorca (PP) como sustituto de su correligionario y repudiado Carlos Mazón, ya es un hito en la política estatal y marcará el devenir institucional en los próximos años. Para asegurarse el apoyo de los votos necesarios para la investidura de su candidato, el Partido Popular se presentó en el Pleno de las Cortes autonómicas con un discurso entresacado del ideario ultra de Vox, partido que, única y exclusivamente con sus votos, sin necesidad de entrar en un Ejecutivo para desgastarse, aseguró el sillón presidencial de los populares al facilitar la mayoría absoluta que los conservadores no tienen por sí solos.

En el debate, el citado, ya presidente, no emitió ni una palabra sobre la emergencia climática, origen de la dana que acabó hace un año con la vida de centenares de sus conciudadanos, pocas sobre el proceso de reconstrucción necesario de las zonas afectadas por la catástrofe y ni siquiera citó la negligente falta de respuestas del presidente saliente ante la tragedia. Sí hubo ataques al Pacto Verde europeo, a los burócratas de Bruselas, al Gobierno de Pedro Sánchez y a la inmigración, presuntamente masiva, que llega al Estado. Desde luego, todo fue legítimo y acorde a la práctica institucional. No obstante, la estrategia adoptada por el Partido Popular para sortear un proceso electoral que podría poner en duda su control sobre una comunidad autónoma clave, señala directamente a su presidente, Alberto Núñez Feijóo. Las carencias de su propia acción política, facilitando ser objeto de un cordón sanitario por su cercanía y el blanqueamiento de los postulados de la extrema derecha, han motivado un camino que parece no tener vuelta atrás.

En esa huida hacia delante, los conservadores han abierto la espita de lo que vendrá en varios comicios territoriales en regiones afectadas igualmente por acciones de gobierno controvertidas en las que, presumiblemente, el PP requerirá el apoyo del populismo de Vox para seguir gobernando. Con ello, consciente o inconscientemente, las decisiones tomadas desde la calle Génova han contribuido de manera decisiva a fortalecer a la extrema derecha, cada vez más decisiva y con ningún desgaste, hasta el punto de constituirse ya en la opción original y dejando el papel de copia para un PP muy necesitado.