En la última semana, Grupo Noticias ha reunido a los consejeros de Transición Energética de los gobiernos navarro y vasco en un encuentro en el que debatieron, compartieron diagnósticos y compararon los grados de avance y objetivos de ese proceso en sus respectivos marcos territoriales. Se extrajo de la cita la constatación de que la transformación es un proceso que, pese a las reticencias y maniobras de algunos intereses, es ya imperioso en tanto, desde la perspectiva de la dependencia energética y la calidad ambiental, el tiempo se acaba. Pero además es igualmente imprescindible liberar el debate de prejuicios ideológicos. La descarbonización no es solo un ejercicio de responsabilidad con el entorno y las generaciones futuras sino una demanda de competitividad. La dependencia de los combustibles fósiles es supeditación a los vaivenes de mercados controlados por otros actores.

No hay soberanía energética en nuestro entorno europeo, no digamos de Euskalherria, en manos del modelo de generación y consumo de hidrocarburos. La energía renovable del sol, el viento y el agua es la única que podemos explotar de modo recurrente y respetuoso. Para ello hace falta una visión más amplia del dibujo energético. La ecuación no se reduce a precio y demanda de la energía, pero son dos ejes que es imprescindible solventar. El desarrollo económico, industrial y la propia calidad de vida de la ciudadanía, están asociados a la disponibilidad energética. Necesitamos consumirla, pero hacerlo de un modo eficiente, de un modo inteligente y sostenible. En esa ecuación debe convertirse en constante la capacidad de generación, pero también la disponibilidad de redes de distribución que permitan, como demandaron los consejeros de ambos gobiernos, llevar a los herrialdes vecinos el excedente de generación limpia. Es ineficiente suspender, por ejemplo, la generación en un parque navarro porque las redes de distribución en una dirección de demanda estén saturadas, mientras en Álava o Gipuzkoa se deba recurrir a quemar gas por falta de una interconexión y una escasa autogeneración.

Falta aún mucha pedagogía sobre la electrificación como factor de competitividad. Y rescatar de parámetros de conveniencia y comodidad el reto de la soberanía energética. Esta solo puede ser corresponsable.