El legionario de Cristo y máximo señalado de la Kitchen no vio los cuchillos volando en la toma de posesión de los nuevos meses. Los ojos de Jorge Fernández-Díez estaban puestos, paradójicamente, en los objetos ausentes. "Sin el Crucifijo y la Biblia", titula sin derrochar en mayúsculas su columna diaria en La Razón. Su razonamiento viene a ser que los malvados socialcomunistas ya se han cargado la moral, las buenas costumbres y el viejo orden: "Pero lo que se pretende imponer no es el modelo constitucional del artículo 16, sino un Estado laico, y más concretamente laicista y anticatólico, que quiere arrinconar a la Iglesia a la sacristía y a los católicos a las catacumbas. La jurisprudencia del mismo TC es prolija sobre ello, como para que no haya dudas al respecto. Además, como el lenguaje inclusivo también es sanchista, en la promesa han bautizado al Consejo de Ministros añadiendo y sustituyendo su denominación oficial, con «y de Ministras»". Eso, y encima feminista.

A Eduardo Álvarez, columnafirmante de El Mundo, lo que le disgusta de estos ceremoniales es que el rey tenga que hacer jijí-jajá con una panda de rojazos. Y menos mal que en esta ocasión no estaban los peores, se consuela el tipo: "Esta vez al menos Don Felipe se ha librado de tener que poner caras -el gesto impertérrito tan característico de los monarcas parlamentarios para no dejar transmitir emoción alguna- como cuando en la anterior hornada le prometieron «lealtad» el hoy defenestrado Iglesias y el todavía a flote Alberto Garzón. Con su desfachatez contribuyeron decisivamente a esa desnaturalización de nuestros usos democráticos".

En la página siguiente del diario de Unedisa, el editorialista glosa con delectación las bofetadas cruzadas en el intercambio de carteras. He aquí, como ejemplo, la anotación sobre la actitud de un de los destituidos con más motivos para acordarse en las muelas de Sánchez: "José Luis Ábalos no quiso acordarse de su ejecutor ni para cubrir el expediente, ni reivindicó como un honor haber participado en su Gobierno sino «haber servido a España». Ojalá se hubiera dado cuenta antes de que el patriotismo nunca fue compatible con el sanchismo, cuyos aliados estructurales son los enemigos de la soberanía nacional". Toma carga de profundidad.

Al editorialista de ABC le preocupa el tráfico de información delicada en que puedan incurrir por despecho los destituidos. Especialmente uno: "Queda Iván Redondo, quien sale de La Moncloa con demasiada información delicada en sus alforjas. A su declive en los sondeos, el socialismo suma ya un motivo más de preocupación porque los modos y maneras de Sánchez, la forma en que ha fulminado a sus más fieles acompañantes, no ha sentado nada bien a muchos dirigentes del PSOE".

Sin salir del vetusto diario, nos encontramos con la siempre irritada Isabel San Sebastián. Esta vez su lamento es por uno de los salvados de la quema: "Destaca Marlaska, cuyos servicios resultan especialmente repugnantes y tal vez por ello imprescindibles. ¿Qué otro juez colmaría de beneficios a la peor escoria terrorista? ¿Cuál saldaría amistosamente las cuentas pendientes con ETA? ¿A quién lanzaría el presidente al cuello de la Guardia Civil?".

Lo que quizá no sepa Isabel San Sebastián es que su nada querido ministro estuvo también tachado de la lista. Es, por lo menos, lo que cuenta como gran exclusiva El Español: "Pedro Sánchez intentó cesar a Marlaska el viernes pero no encontró el recambio adecuado". Si es cierto, el aludido sigue siendo titular de Interior gracias al calendario: "La remodelación ministerial, según las fuentes, sólo le encajaba este sábado 10 de julio para llegar antes del último Consejo de Ministros, el 3 de agosto, con su nuevo Gobierno rodado, y los ministros entrantes dispuestos a estudiar en vacaciones".

Y para terminar, el giro inesperado en Vózpuli. Nadie le ha atizado tanto a Miquel Iceta como su tocayo Miquel Giménez. Se esperaría que el opinatero celebrase la humillación de traspasado a Cultura y Deporte. Ya verán que ha ocurrido lo contrario: "A mí me ha tocado mucho lo que no suena la putada que le han hecho a Miquel. Primero, no creo que se lo merezca; segundo no hay tanta materia gris en el ejecutivo como para arrinconar al único que derrocha inteligencia por los cuatro costados. Y conste que no soy nada sospechoso ni proclive, pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero".