Reconozcan que la noticia nos hizo enarcar una ceja a todos. La examiga íntima del campechano emérito se ha cascado un podcast, que es lo que se lleva ahora, para largarlo todo sobre su relación con el que le regaló y le pidió de vuelta 65 millones de euros. El asunto también interesa al fondo a la derecha.

"Corinna es una sans-culotte y no una amante real. Nada que ver con La Valliére, Montespan o las princesas de Soubise, Mónaco o Colonna"

Francisco Marhuenda (La Razón)

La venganza de la plebeya Corinna”, titula su pieza despreciativa al respecto el director de La Razón, Francisco Marhuenda. Son un puñado de líneas que rezuman cortesanismo con unas gotas de machismo y, desde luego, clasismo: “El objetivo de destruir al hombre que en su corazón consideraba que era su marido muestra que todo no era más que una mentira. Este nivel de sordidez le hacen acreedora del término plebeya, aunque hubiera nacido en una cuna principesca. Es una sans-culotte y no una amante real. Nada que ver con La Valliére, Montespan o las princesas de Soubise, Mónaco o Colonna, algunas de las amantes de Luis XIV. Muchos reyes y algunas reinas, era más habitual en los primeros, tuvieron amantes, pero nadie ofreció un espectáculo tan vulgar como el protagonizado por Corinna”. Se intuye perfectamente la palabra que no acaba de escribir.

"Corinna una archirrubia donde caben otras rubias"

Ángel A. Herrera (ABC)

Sin llegar a tal nivel de desdén, Ángel Antonio Herrera también despacha unas frescas en ABC a la que alguna vez creo que se llegó a nombrar como “Princesa Corinna”. El encabezado elegido no parece inocente: “El podcast de la rubia”. ¿Qué tiene de particular la tonalidad del pelo? Pregunten al autor, que parece obsesionado: “A Corinna ya la vamos conociendo un poco, aunque es un enigma, todavía. Pero un enigma que estaba en la cacería polémica de Botsuana. No se comprende mucho que una mujer que pretende no lograr 'celebridad' se conceda de pronto una semana de guateque de portadas, y aquí nos asoma de nuevo el lío, porque es una archirrubia donde caben otras rubias”.

Apuesten que continuará. Nos falta Ussía, que no se perderá este trapo. A la espera, pasamos a los entrecomillados del género “Salvemos al soldado Alberto”. Tras las varias pifias de la semana pasada, los opinateros de pro salen al rescate de líder del PP. “Sánchez no puede con Feijóo”, proclama con el mentén enhiesto José Antonio Vera en La Razón. La tesis es que le atizan porque le temen: “Hay tal nerviosismo en la Moncloa que vale cualquier cosa por disparatada que parezca. Sánchez no puede con Feijóo, por mucho que lo intente hablando cuatro veces más que él en los debates del Senado. Por más medios públicos a su servicio de que disponga. Por más pesebres que reparta entre la chavalería y la ciudadanía”.

Luis Ventoso, paisano del mesías de Génova y subdirector de El Debate, también pone su pica en Flandes por el estos días humillado político: “Como no han encontrado muertos revolviendo en el armario de su adversario, lo que han hecho es intentar erosionarlo con el siguiente argumento: «A Feijóo le queda grande Madrid». Probablemente gasta un currículo un poco mejor que el de su tocayo Garzón, la mujer de Pablo Iglesias, Rufián, Aragonès o el propio Sánchez (que por cierto, no ha ganado una mayoría absoluta en su vida)”. Y tú, más. O, en este caso, menos.

Y para que no digan que no les varío la dieta. Los dos últimos copia-pegas van de la Ley de Memoria Democrática. El primero lo firma Juan Carlos Girauta en ABC: “La operación política etiquetada como Memoria Democrática ni es democrática ni es memoria, y mucho menos es historia. Es un arma para el presente, una que lesiona los derechos de los discrepantes, que impone interpretaciones oficiales y simples para etapas complejas y poliédricas. Lejos de buscar una reconciliación –que ya se había conseguido antes del siniestro Zapatero– persigue abrir una grieta larga y profunda en la sociedad española”.

Por la misma senda de la exageración, y después de afear que se le anden quitando los honores al dictador, Ramón Pérez-Maura, remata así su desbarre en El Debate: “A estas alturas creo que hay que animar al Gobierno a que acabe con esta pesadez y directamente hagan la enésima ley de educación socialista en cuyo currículo de historia se incluya un capítulo dedicado a contar que Franco y todos los españoles que le seguían, perdieron la guerra”.