El voto de calidad es un instrumento jurídico político, que más que de calidad, yo lo calificaría de soledad, como de último recurso que los grupos políticos que no tienen los apoyos necesarios para gobernar utilizan, y la mayoría de las veces para tener a la oposición más descontenta y no acceder a las peticiones de la ciudadanía, que en su mayoría quieren ver en sus gobernantes voluntad, justicia y solidaridad.

Es lo que ha ocurrido en los dos últimos plenos en Altsasu, y además con propuestas y alegaciones que a la oposición nos parece que tienen sentido, coherencia y son de justicia social: la exención de tasas cuando se trate de actos culturales o deportivos cuyos fondos se destinen a ONG, a ayudas de emergencia y otros temas sociales urgentes, y el asunto de la bonificación en el recibo del agua por la compra de agua embotellada y que ya hubo un precedente hace 10 años por una incidencia similar.

En cualquier caso, no puedo obviar la no presencia de los dos concejales del PSN, uno por enfermedad y el otro por dejadez de la junta local, y otros estamentos que impiden que la oposición cuente con los votos necesarios para rebatir cuestiones importantes en este Ayuntamiento. Otra cuestión que podría paliar esta situación de indefensión política podría ser el voto delegado solamente para casos justificados de enfermedad y que se podría proponer para su debate en comisión.