Mi abuelo tiene 97 años, aunque no lo parece. Es una persona con mucha energía, que cuida de su huerto y a sus años... ¡todavía pasa el motocultor! Es una persona curiosa, le gusta estar al día de la actualidad, y le entusiasma ver cómo evoluciona la tecnología. Dice que no se quiere marchar de este mundo porque todavía le quedan muchas cosas por ver. Es una persona a quien quiero y admiro.

Estas letras son mi pequeño homenaje a mi abuelo, pero también a todos los abuelos y abuelas. Porque nos han cuidado y se han esforzado para que pudiéramos tener un futuro mejor que el suyo, y ahora, cuando tendrían que disfrutar de sus últimos años viendo cómo su familia prospera se encuentran con que esto no es así, y en lugar de avanzar, las nuevas generaciones están dando pasos hacia atrás. Ahora, que son los más jóvenes los que tendrían que estar cuidando de los más mayores, nos encontramos con muchos casos en que son los mayores los que vuelven a cuidar de los jóvenes y los que, con sus reducidas pensiones, tienen que mantener a toda la familia. Esto no tendría que ser así.

Por eso aprovecho estas líneas para recordar el trabajo tan importante que hacen y han hecho nuestros abuelos, y que quizás no siempre tenemos lo suficientemente en cuenta.