Un pueblo sin alma. Casas incomunicadas por la indiferencia. En eso se ha convertido mi pueblo, Astrain. En un lugar adormecido por la comodidad de tiempos pasados. Solo así puede uno entender, por lo menos sin ponerse a llorar, que en la consulta popular realizada el domingo 16 de junio para el sí o el no de la Línea de Alta Tensión, que sesgará muchas vidas entre Dicastillo e Itsaso, no se llegara al 50% de la participación. Quizá solo por eso lo merezcamos. Cáncer, ruina económica y un paisaje de metal.

Un pueblo con cerca de 300 personas censadas en el que solo 141 toman la palabra. Dejadez, olvido o vagancia. Inexplicable. Aunque en todas esas 141 papeletas saliera el no a la línea resulta preocupante, incluso obsceno. 8 torres de 400 kilovatios a menos de 200 metros del pueblo retratarán muy bien a este pueblo. 141 gracias por Astrain.