Sería preocupante que de todo lo vivido en estos meses, y lo que nos queda, no fuéramos capaces de extraer conclusiones claras sobre nuestro modo de vida futuro.

Resulta inaceptable que, tras el impacto mundial de la covid-19, pensáramos que esto pasará y volveremos a ir poco a poco recuperando la vida normal, el trabajo, la producción, el incremento del PIB y en definitiva seguir con un crecimiento sostenido, como veníamos haciendo hasta la irrupción del malnacido virus.

Pedimos certezas y proyectos claros a nuestros políticos y gestores sin reparar en que nuestra colaboración, nuestra comprensión, nuestra libertad para ser corresponsables de todo lo que sucede a la especie humana es inaplazable.

Parece ser que coincidimos en que la sociedad española, compuesta por más de 47 millones de personas. ha respondido bien al duro estado de alarma que nos ha confinado en nuestros hogares. Hemos sido conscientes de que este virus, al igual que otros ya vencidos, es el enemigo a batir. Nos hemos reconocido como personas vulnerables en el seno de una sociedad que tato ayuda en unas facetas de la vida como perjudica en otros. Piensen por un instante en la vida de Robinson Crusoe. Nadie te contagia pero tú te lo haces todo. Como no vivimos así, defiendo la aplicación inmediata de la responsabilidad social corporativa.

Es ahora, cuando las fases del desconfinamiento se han puesto en marcha cuando las personas, todas, recuperamos la libertad. Es ahora cuando adquirimos la verdadera responsabilidad.

¿Por qué debemos cumplir las todavía duras condiciones de vida que nuestros gobernantes reclaman?. Porque pertenecemos a un Cuerpo común, la humanidad, porque vivimos en sociedad y porque no nos vemos como Robinson Crusoe.

Propongo que cada persona reafirme los principios básicos de la vida en sociedad, que ya existían antes de esta pandemia y que habíamos abandonado. Son los siguientes:

1.- Somos seres vivos vulnerables. Tenemos pocos depredadores que diezmen nuestra población. Los virus son de los más peligrosos por su capacidad de contagio e infección grave. Pero los desastres, que llamamos eufemísticamente naturales, las sequías, la pobreza y hambruna que originan matan aún más.

2.- Nuestra forma de vida, en libertad responsable, compromete nuestra solidaridad con todos los demás humanos que nos rodean. Nuestra higiene personal es vital. Nuestra relación con los otros condiciona también su salud. También nuestra explotación laboral.

3.- El conocimiento científico nos permite ver con claridad que el sistema sanitario que nos protege sólo es complementario a nuestra propia higiene y estilo de vida saludable. Primero está nuestro sistema inmune, después la ayuda de los medios técnicos que naturalmente son limitados y pueden verse desbordados, como así ha sido.

Esto no es algo que pasará y ya está. Se hablará del crack de 2020 y punto. Llegarán las vacunas y los medicamentos y olvidado el problema. ¡No!. Esto es un serio aviso de los riesgos que corremos con el estilo de vida que veníamos adoptando en este siglo XXI: globalización, movilidad exagerada, alta demografía, contaminación medioambiental creciente, desarrollismo insostenible... El mal de muchos para el beneficio de pocos. La desigualdad social. La injusticia. La utópica e inalcanzable paz mundial.

No es que aún estemos a tiempo de solucionar los problemas que nos acechan. No es que podamos dudar. Es que no hay alternativa.

Nuestro comportamiento en las fases de vuelta a la libertad y responsabilidad individual no admiten picaresca alguna. No seamos tan listos. Cumplamos lealmente nuestro papel. Estamos ante un problema intra e intergeneracional. Es muy doloroso no besar a los hijos y nietos. No lo puedo soportar€ Pero veo claro el objetivo. Recuperar las ganas de vivir. Intentar que esos mismos hijos y nietos recuperen su Planeta. Hay tarea. Y si no lo hacemos por convencimiento, que sea por miedo.