Al parecer se acabó el tiempo para negociar un nuevo Plan de Empleo. Afortunadamente, porque hasta ahora parecía que el actual Gobierno no descartaba del todo enfrascarse en otra de aquellas aventuras con más fastos y gasto que efectos reales. Basta rastrear un repaso histórico a los planes de empleo, vendidos a bombo y platillo con aquellos gobiernos del despilfarro de UPN, PP y PSN, para ver que acabaron siendo un sumidero por donde se derrochaban millones de euros de dinero público. Y en cuanto llegó la crisis y las cosas se pusieron feas para los trabajadores y trabajadoras, empresas, pymes, autónomos y comerciantes, todo aquel montaje inmenso no sirvió para nada. El paro se disparó, batió récord tras récord y los planes de empleo quedaron en lo que eran, papel mojado para financiar bajo manga cursos, formaciones, liberados y demás actividades, en algunos casos sin justificación ni efectividad real -ni siquiera se realizaban- de determinadas organizaciones sindicales. No lo digo por la denuncia del jueves de CCOO, que se parece mucho a las que viene pregonando cada cierto tiempo también UGT. Creo que ni su actual dirección ni su secretario general Chechu Rodríguez están por la vuelta a aquella juerga poco presentable de reparto de dinero público a cambio de silencios cómplices con los desmanes de los gobiernos de entonces. Supongo que son más escenificaciones en plena campaña de unas elecciones sindicales cada vez más competidas y ajustadas en Navarra. Con las claves de sus propios discursos, ELA y LAB hacen lo mismo en medio de esta campaña electoral. Lo digo simplemente porque en el ámbito sindical la vía del diálogo social como la vía de la confrontación tienen muy diferentes escenarios y ya casi nunca se juegan los intereses de los trabajadores y trabajadoras en el plañidero recurso de llamar a la puerta de Diputación. Excepto e el ámbito de la Función Pública, donde el Capítulo I de los Presupuestos parece ser cada año un pozo sin fondo hasta que llegue al fondo real de los límites de las arcas forales que aportan todos los navarros y navarras y no haya para más. Aquellos planes de empleo fueron, sólo hace falta repasar los sucesivos informes de la Cámara de Comptos, un escenario de subvención pública a cambio de apoyo, o al menos de complacencia sindical, con los mismos que mientras repartían millones de dinero público aprobaban sucesivas reformas laborales y leyes que eliminaban y devaluaban derechos y conquistas laborales y sociales históricas. Lo que dice muy poco de la reivindicación actual de aquellos planes de empleo a dedo cuando Navarra -pese a que aún tiene camino por delante para mejorar y transformar las condiciones de trabajo y salarios-, mantiene la menor tasa de desempleo sin ellos. Solo hace falta leer a UPN o PP -los autores principales de esos recortes laborales- reivindicando esos fracasados planes de empleo para saber que lo mejor es buscar otras vías de encuentro, diálogo y acuerdo entre sindicatos, instituciones, empresas, etcétera. Del Plan Moderna -que más que un plan de empleo era un cuerno de la abundancia sin límite que resultó, como siempre, falso y ruinoso-, para crear 25.000 empleos, ni hablo. Esos fiascos no tienen ya sentido.