Me inquieta cuando Osasuna se empequeñece; cuando sus responsables ponen límites cortos a los objetivos de la plantilla y a las expectativas de los aficionados; cuando a mitades de diciembre comienzan a hacer renuncias porque el equipo está en puntos de descenso pero a tres de la decimotercera posición; cuando recuperan la palabra “permanencia” para intentar apagar otros debates; cuando no sé qué le cuentan al entrenador para que antes de una eliminatoria de Copa contra un rival de Segunda este sorprenda a la parroquia hablando de “prioridades”. Ni que el club tuviera que hacer frente a cuatro competiciones... Además hay plantilla y cantera para componer dos alineaciones. Y en puertas de un parón de quince días... Ocurre que a algunos les viene grande el traje de este equipo que ha encontrado acomodo en la zona tranquila de la tabla y que a nada que llega enchufado al final de liga es candidato a jugar en Europa. Están más cómodos quitando el polvo al manual de supervivencia, espantando cualquier atisbo de mínima y responsable ambición, invocando al “modesto” Osasuna de Ezcurra. Son como el estudiante que antes del examen dice a la familia que la nota de 8 está difícil este curso, vamos a por el 5 y todos contentos. Y, además, me centro en una asignatura y con la otra ya veremos, que si la dejo para el próximo curso no pasa nada. En fin.

Todavía tengo a Lisci por un entrenador valiente y con estilo; por eso, que en la antesala de una eliminatoria de Copa que se antojaba asequible enviara ese mensaje dando a entender que si nos eliminan no pasa nada y es casi mejor tal y como están las cosas, ese discurso ha decepcionado a buena parte del osasunismo, ya no digo nada de quienes tenían planeado viajar a Huesca. Alguien tendría que haber advertido al italiano de que la hinchada vive un idilio con la Copa que en los últimos veinte años les ha permitido participar de momentos irrepetibles y enseñorearse como afición que sabe estar a la altura de lo que pide cada momento. Aquel viejo mantra de que la Copa es una distracción para lo importante –que es la Liga– pasó a mejor vida. Lisci debería conocer que llegar a la final ya no es un sueño, algo reservado a los cuatro o cinco históricos; que está al alcance de Osasuna a nada que vayan cayendo rivales de su categoría (tres más ayer), te veas favorecido por los emparejamientos, aproveches la ventaja como local a doble partido y eleves el nivel de juego, que ahora mismo es bastante bajo, por decirlo todo.

Sabiendo que la parte gruesa del pastel se cocina en la Liga, la Copa aporta una dosis impredecible de emoción, la sensación de deslizarse por una montaña rusa, como ha sucedido en las dos rondas recientes, con abundancia de goles además. O con prórroga, o con tanda de penaltis si llega el caso. Osasuna parecía ayer abocado a ese desenlace después de un partido jugado al ralentí, como si tratara de ahorrar fuerzas. El plan le acabó saliendo caro; 120 minutos de esfuerzo que dejó fundidos a algunos futbolistas como Becker, Juan Cruz y Moi, al bigoleador Raúl García de Haro mandando señales de haber sufrido un pinchazo en el muslo y rescatando del banquillo a elementos como Moncayola, Budimir, Catena, Rubén García y Torró, que llevan ya un buen tute. No sabría decir si esa urgencia por pasar la eliminatoria tuvo algo que ver con un cambio momentáneo en las prioridades o con el pesimismo que hubiera sembrado en la afición ante el importante encuentro con el Alavés el quedar eliminado por un Huesca visiblemente menos capacitado y después de desplegar un fútbol anodino, despistarse en acciones defensivas y complicarse la eliminatoria por falta de acierto en el remate.

Vídeo del Huesca 2 - Osasuna 4: todos los goles DIARIO DE NOTICIAS

Osasuna ganó de nuevo sin hacer un buen partido y sufriendo más de la cuenta. En ese momento de elegir entre lo bueno y lo mejor está el equipo. Lo prioritario es ganar, hacer crecer el juego del equipo, tener intensidad durante los noventa minutos, sacudirse esos complejos de equipo débil, creer en lo que nos hemos convertido en los últimos años y no mirar tanto hacia atrás. En la Liga y en la Copa. Esa es la prioridad.