Si uno contempla la fotografía de la sueca Greta Thunberg aprecia una pizpireta sueca de 16 años. Pero detrás de esta estudiante ha prendido entre la juventud mundial un movimiento imparable para exigir a las autoridades políticas concretas y eficaces contra el galopante cambio climático. Es la cresta más visible de una gigantesca marea verde de miles de jóvenes que critican despiadadamente a los políticos por su inacción ante el calentamiento del planeta. Su iniciativa ha tenido tanto éxito a nivel mundial que la ha llevado a participar en el Foro de Davos, en el Comité Económico y Social Europeo y ha desembocado en movimientos como Jóvenes por el clima y Viernes por el futuro, que reúnen a cada vez más jóvenes en concentraciones ante las instituciones y que culminarán en una huelga europea el 15 de marzo. Tendrán que ser ellos, con su ejemplo y visto lo que hemos hecho hasta ahora, quienes pongan en el centro del debate político y social la urgencia de frenar el cambio climático. Greta se ha convertido en la profeta del nuevo ecologista y de la juventud más concienciada. No es de extrañar, sobre todo si acusa a los políticos con esta clarividencia: “Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos”.