Comienza el baile. Volvemos a donde estábamos en la fracasada pasada Legislatura y que derivó en dos elecciones, una moción de censura y dos presidentes. Por medio, el PSOE se cargó a Sánchez por negarse a aceptar las presiones para abstenerse y favorecer un Gobierno de Rajoy. Luego resucitó y ahora ha ganado. Todo un cúmulo de inestabilidades que han debilitado al Estado y al que los electores respondieron el domingo con un claro giro político hacia posiciones de izquierda y la ratificación plurinacional del Estado. Pero los poderes fácticos económicos, empresariales y financieros y sus altavoces mediáticos, que han sido causa principal de esa inestabilidad y del crecimiento de los discursos más derechistas y autoritarios, siguen a lo suyo. La patronal CEOE y el Banco de Santander ya han comenzado a lanzar sus mensajes y advertencias a Sánchez: un Gobierno moderado con/o apoyado en Ciudadanos que dé tiempo a la recuperación del PP. Los poderes fácticos no se presentan a las elecciones, pero tienen capacidad de incidir en la gestión política. En Navarra, sin ir más lejos, fueron el elemento clave y cohesionador del régimen anterior y los mullidores de los acuerdos permanentes con el PSN para mantener en el Gobierno foral a UPN y PP durante 23 años. No están en las instituciones porque no les hace falta. Controlan las decisiones y nombramientos clave, sobre todo en las política sociales, económicas y fiscales. Colocan a sus personas y éstas les rinden las cuentas de la pleitesía agradecida llevando a cabo sus órdenes. Ése ha sido otro de los grandes cambios en Navarra: que la política ha dejado de estar sometida a esos poderes fácticos de siempre, conservadores en lo económico y reaccionarios en lo ideológico. Sánchez insiste en que su apuesta pasa por acuerdos de estabilidad y mayoría con formaciones progresistas y cuenta también con sumar a esa estabilidad partidos que representan esa pluralidad del Estado. Pero, por si acaso, trata de ganar tiempo y dilatar los pactos hasta después de las elecciones autonómicas y municipales del 26-M. Con el resultado del domingo, Sánchez está en posición de ventaja y de tomar decisiones sin atender los cantos de sirena -que tienen mucho de amenazante ordeno y mando- de esos poderes fácticos. En un Estado plural y más aún en una comunidad como Navarra, donde las urnas han ratificado de nuevo la pluralidad política de los navarros y navarras, en ambos casos con una clara mayoría progresista y de izquierdas, el PSOE y el PSN deben ser claros en sus intenciones.