En efecto, la pereza se ha instalado en la sociedad respecto a la política. El fracaso del diálogo y el bloqueo institucional en el Estado es un argumento de peso. Pero también lo es la falta de ideas que expresan los principales protagonistas de la política española. Una realidad aún más acuciante en las posiciones políticas de la oposición de derechas en Navarra. Esparza ha pasado cuatro años ubicado en el no a todo, en una visión negativa de Navarra y en un discurso duro y bronco contra el anterior Gobierno de Barkos y las políticas del cambio social. Y tras las elecciones y situado por las urnas de nuevo en la oposición, Navarra Suma se ha limitado a mantener ese mismo discurso ahora contra el Gobierno de Chivite y el PSN. Si el argumento antes era que votar a Geroa Bai era votar a Bildu, ahora ha pasado a ser que votar al PSN es votar al nacionalismo vasco. Ni nuevo ni siquiera original. Eso mismo es lo que ha aireado el PP en la CAV contra el PSE en cada convocatoria electoral desde que los socialistas pactan con el PNV. Todo ello aliñado con algo de peligrosos comunistas y bolivarianos amenazando a la gente normal de bien. Todo sigue igual en la derecha navarra. Si la pasada semana los argumentos de oposición fueron el euskera y las idas y venidas de Felipe VI a Navarra, como los cuatro años anteriores, esta semana han optado por traer de nuevo al debate parlamentario la derogada Ley de Símbolos para recuperar las sanciones a los ayuntamientos. Es un simple método de intentar perseguir y prohibir la ikurriña en Navarra en pleno siglo XXI. Inútil además, porque pese a que la legislación ha sido derogada, hay jueces que insistentemente castigan con multas a los ayuntamientos donde se exhibe en fiestas la ikurriña. No se trata de proteger los símbolos oficiales de Navarra, que no necesitan protección alguna, sino de impedir la convivencia y la pluralidad de la sociedad navarra de forma normalizada y sustituir esa apuesta por la de la confrontación entre navarros y la apariencia de inestabilidad política. La política embarrada y digital de hoy da pereza, sí, pero aún dan más pereza los políticos perezosos, incapaces de plantear propuestas constructivas y positivas que antepongan el interés general de la sociedad y de sus ciudadanos a sus intereses partidistas y a sus urgencias políticas personales.