ienes teams?", me pregunta un conocido por WhatsApp. Aún a riesgo de quedar como un analfabeto tecnológico, reconozco que no entendí nada; es más, supuse que la palabra sería una libre interpretación del corrector, que había algún error. Para no quedarme con la duda recurrí a Google y comprobé que teams es una de las herramientas que permite conectarse para desarrollar un trabajo telemático en grupo; vaya, lo que observamos a diario en televisión desde el inicio del estado de alarma cuando dialogan más de dos personas. No fue por desconocimiento ni por aversión a las nuevas tecnologías, pero sugerí a mi interlocutor vernos en persona, que tampoco estamos a mil kilómetros de distancia. Estos dos meses de confinamiento han reducido los encuentros cara a cara al marco de una pantalla dividida en mosaicos, a una cercanía de dos palmos, sin mascarilla ni riesgo de contagio, de figuras de busto parlante. Es innegable tanto su eficacia en esta situación de emergencia como la certeza de que esta práctica será habitual en adelante. Es lo que tiene la nueva normalidad, que deja en un plano secundario la cercanía humana, el recurrente "quedamos a tomar un café", por mor de una mayor eficacia disfrazada de seguridad. Los daños colaterales del virus son incuantificables.