El lunes DIARIO DE NOTICIAS publicó una carta de Administrazioan Euskara Taldea -un colectivo de la Función Pública que denuncia los atropellos a esta lengua en las administraciones públicas navarras- que denunciaba la convocatoria de 283 puestos de facultativo especialista en Osasunbidea en los que este Gobierno permite la valoración del conocimiento de lenguas como el alemán, el francés o el inglés, pero excluye esta lengua histórica propia de Navarra. Y, lo que es aún más grave, lo que antes se aplicaba a la denominada zona no vascófona -con lo que de discriminación ya suponía para los navarros y navarras vascoparlantes que habitan en esas zonas-, ahora se amplía también a la llamada zona mixta. Esa carta recorrió luego las redes sociales y se extendió con facilidad entre la opinión pública. Lógico, lo que denuncia es tan surrealista como inaceptable. En esa Navarra que define esta convocatoria pública tiene más posibilidades de ser valorado el chino mandarín que el euskera. La zonificación lingüística que divide a Navarra y a sus ciudadanos ya es una anacronismo ideológico de dudosa legitimidad democrática y posiblemente también legal en el contexto de la UE, que sigue por la prepotencia y manipulación de determinados personajes y grupos. Que este Gobierno la mantenga es incomprensible. El Gobierno de Chivite acaba de anunciar un paso adelante en la estructuración socio política de Navarra afianzando el acuerdo con EH Bildu que ya mantuvo el pasado año para los Presupuestos, pero olvida quizá que esos 30 escaños sobre 50 que ahora suma en el Parlamento como garantía de estabilidad para toda la Legislatura se conforman con los 11 del PSN y los 19 que suman Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E, partidos que se han posicionado reiteradamente en contra de este modelo de discriminación negativa contra el euskera. Argumentar que es lo que han dicho los tribunales, además de no ser cierto, es una excusa de mal pagador. Los jueces, aunque a algunos les gustaría y otros lo intentan, no legislan. Y, como señala el autor de la carta, el Consejo de Navarra ya dictó en febrero de 2020 un texto contundente. “No se alcanza a ver el motivo por el cual puede ser valorado, por ejemplo, el conocimiento de la lengua francesa o inglesa, y no el del euskera que, además es una lengua propia de Navarra y todos los ciudadanos tienen derecho a conocerla y usarla. (....) Ninguna de las lenguas europeas se encuentra en esa posición”. La confrontación entre lenguas en Navarra ha sido un argumento-trampa para imponer el debate del enfrentamiento al de los acuerdos. Y así lleva Navarra décadas. Todos los intentos de superar ese conflicto -más falso que real- y alcanzar un consenso básico en favor de la normalización de esta lengua navarra han chocado con los sectores más intransigentes. Avancen, pónganse de acuerdo y actúen para terminar con la utilización de las lenguas propias de Navarra como armas de disputa en lugar de espacios de convivencia.