avarra levanta hoy una parte de las restricciones que lleva aplicando desde hace dos meses. Pero lo hace con la amenaza de una vuelta atrás en pocos días si los datos de contagios y positividad de coronavirus empeoran. De hecho, desde hace unos días se ha detenido la mejora progresiva y se han estancado en torno a los 100 diarios, lo que los epidemiólogos denominan situación de meseta. Esto es, la reducción de las restricciones no es una decisión inamovible y no está siquiera seguro que se vaya a prolongar en el tiempo hasta después de Navidades. Dependerá más que de otra cosa de cada uno de nosotros. El riesgo de volver a un endurecimiento de las medidas sigue activo en Navarra y en el conjunto del Estado. Al igual que ha ocurrido en varios países de la Unión Europea. Alemania, Bélgica, Países Bajos, Italia o Suiza, entre otros, han optado por un cierre total de los servicios no esenciales hasta comienzos de enero. Un riesgo que afecta tanto a nuestra convivencia social y familiar en estos días como a la continuidad de la actividad económica y laboral de los sectores que más han sufrido esta segunda ola como la hostelería, la distribución o el comercio. Ese nosotros que es tan individual como colectivo -en el que me incluyo claro- va a ser la clave de estos próximos días para detener o al menos minorizar, si es que ya está aquí, una tercera ola que conlleve una vuelta atrás y nuevos cierres y más restricciones y prohibiciones. No es tanto aprender lecciones de lo que ya está ocurriendo en otras comunidades, pueblos o países europeos, como de recordar nuestra propia experiencia en Navarra con una segunda ola de alta mortandad y graves daños en el tejido económico y laboral del sector servicios. La pronta llegada de la vacuna contra el coronavirus abre puertas a la esperanza de una mejora de la situación sanitaria y social progresiva durante los próximos meses, pero quedan aún por llegar tiempos complicados que pueden ser de nuevo duros si el coronavirus vuelve a expandirse fuera de control. Y ya es sabido que en apenas unos días los retrocesos nos pueden llevar a semanas atrás. Si lo olvidamos, volveremos a tropezar en la misma piedra por tercera vez. Muy humano, pero muy absurdo. Los datos no invitan al optimismo. Y menos aún al relajamiento cuando se acercan unas fechas en las que la climatología será propicia para la expansión de virus como la covid-19 en una zona climática como Navarra. Las fiestas de invierno son solo una fecha en el calendario de cada año. La vida y la convivencia son el cada día de ese mismo calendario. Y ello, al igual que el 14 de marzo, sigue exigiendo responsabilidad, precaución y tranquilidad. El esfuerzo, mayor para unos, menor para otros, merece la pena por el resultado final de menos costes humanos, sociales, laborales, sanitarios, educativos, económicos y generacionales. Porque ya sabemos por experiencia que el riesgo cero es un imposible. En esto, no soy muy optimista.