ili Zabala, hermana de Joxi Zabala, una de las 29 víctimas de los GAL, y María Jauregi, hija de Juan María Jauregi, dirigente socialista asesinado por ETA, han puesto en marcha la plataforma B-Egiaz que pretende unir a personas de diferentes ideologías en la defensa de los derechos humanos de todas las personas y el esclarecimiento de las acciones terroristas de la guerra sucia impulsada desde los aparatos del Estado. Para ello apelan ahora, ante el rechazo de los tribunales de justicia, a ahondar en las investigaciones judiciales de aquellos hechos y la negativa política a desclasificar documentos oficiales, a la conciencia de quienes pueden tener en su poder fotos, informaciones, testimonios o indicios que pueden desvelar la verdad y poder exigir responsabilidades a sus protagonistas. Zabala ha intentado de nuevo que la Justicia obligue al expresidente González a revelar lo que sabe, que es todo, pero la Audiencia Nacional, de la mano de la Fiscalía, que sostiene que esos hechos están ya prescritos, ha cerrado otra vez esa vía. Que los GAL fueron un elemento más de los diversos grupos que bajo el paraguas de los aparatos del Estado, policiales y militares protagonizaron la guerra sucia y el terrorismo de Estado en los años 70 y 80 es una realidad ya sabida Y quedó más confirmada aún hace un año cuando se hizo público un documento de la CIA en el que se responsabiliza a González y a su Gobierno de su creación e impulso. De hecho, los últimos días algunos de los protagonistas de aquella infame operación como Vera y Barrionuevo han vuelto a la palestra pública, con la habitual algarabía mediática cómplice, para azuzar el discurso contra los indultos a los dirigentes catalanistas en prisión y de paso defender ufanos su papel clave en el terrorismo de Estado. Como si la democracia y el terrorismo fueran equiparables. El mismo terrorismo de Estado que devaluó a cotas mínimas la ética política de un PSOE que lastraba ya los efectos de la corrupción felipista y acabó con el exgeneral Galindo, el exministro Barrionuevo y el propio Vera en la cárcel. Eso sí, al poco fueron indultados pese al alcance de sus crímenes. No hubo terrorismo bueno y terrorismo malo como se intenta colar ahora y en todo caso el terrorismo, el asesinato, la guerra sucia y las torturas, impulsado todo ello desde un Estado que se dice democrático y pagado con dinero público para contratar a tipos patibularios de la peor estofa que ejecutaban las fechorías planeadas previamente en los despachos oficiales, son inaceptables. Lo explica con claridad María Jauregi: “Si se quiere construir una convivencia sana, uno de los pasos que faltan es el reconocimiento por parte del Estado de la existencia de los GAL”. Asumir que el terrorismo de Estado estuvo mal y el daño injusto causado. Antes o después el Estado tendrá que asumir sus responsabilidades en unos hechos inadmisibles en una democracia. Esas otras víctimas también forman parte del relato.