ras tres semanas de intensa campaña política y mediática contra los indultos a los políticos catalanistas que permanecen en prisión, el debate parece amortizado socialmente. La opinión pública ha asumido esa vía como camino para desbloquear una situación que no sólo afecta a Catalunya, sino que sus consecuencias ahondan en la profunda crisis en que lleva inmerso el Estado desde hace años por la incertidumbre económica, la corrupción endémica, la irrupción de la ultraderecha y politización del poder judicial. La mayoría política y territorial garantiza de momento recorrido al camino con un amplio y claro apoyo del Congreso a los indultos. 190 votos rechazaron la propuesta del PP, que tuvo el apoyo inútil de Navarra Suma -UPN sabrá-, y de Vox, para tratar de bloquear la iniciativa de Sánchez. El respaldo del Congreso, los pronunciamientos de sectores empresariales y sindicales, también del clero catalán y la marcha atrás en sus críticas iniciales a los indultos de líderes territoriales del propio PSOE han dado ventaja a Sánchez y dejado cada vez más solo a Casado en lo que es la política de Estado. O en todo caso bailando al compás que le marcan Vox o Ayuso. La pinza que viene en las derechas. Mal camino otra vez para Casado. También para Esparza en Navarra. La coalición que mantiene el Gobierno de Chivite y sus apoyos parlamentarios mantienen la cohesión por ahora más allá de sus discrepancias y diferencias. Supongo que lo entienden como una cuestión de prioridades sociales y democráticas. Aunque Chivite debería pensar que la estabilidad es un bien preciado en la política de hoy. Con dos años de Legislatura por delante, azuzar innecesariamente la inestabilidad con sus socios de coalición y de apoyo parlamentario es un riesgo tan incierto como peligroso. Lo ha visto con Sánchez en Madrid. El Gobierno de Navarra tiene la ventaja, es cierto, de que Navarra Suma navega sin rumbo. De hecho, Esparza ya admite el inicio de una reflexión en UPN que apunta a la liquidación de ese experimento fallido. Pero Chivite y el PSN no deben olvidar que el camino previsto en los acuerdos depende en buena medida de las costuras de la confianza y la lealtad. Utilizar el euskera como herramienta de estrategia política partidista demuestra su propia debilidad, pero sobre tensiona esas costuras. O aprovechar el congreso de CCOO para arremeter contra ELA y LAB es, además de una falta de respeto al sindicato que le invitó por su representatividad institucional como presidenta de Navarra, no como secretaria general del PSN -empañó la reeleción de Chechu Rodríguez-, también una desafortunada salida de tono fuera de lugar con buena parte de sus apoyos. Y hablar de irrelevancia cuando ELA y LAB rondan el 40% de la representación sindical de Navarra mientras que los 11 escaños del PSN apenas suponen el 20% de los votos de 2019 tampoco parece acertado. Posiblemente, Sánchez acelere ahora la aprobación de los indultos. Un paso hacia el reencuentro. Veremos cuál es el recorrido del diálogo político para buscar soluciones democráticas en Catalunya. No parece fácil, pero al menos se abre un nuevo camino por fin para una sociedad como la catalana que merece una solución real, democrática, legítima, viable y con plenas garantías. Un camino que necesitará también de confianza y lealtad.