l precio de una juerga hoy en día es caro y no tiene nada que ver con lo que pagas por una ronda. Es muy caro si acabas con una PCR, un resultado positivo por covid, un aislamiento de 10 a 14 días en pleno verano y quien sabe si el contagio a parte de tu entorno social y familiar. No vale todo. Ni para los jóvenes ni para el resto, pero especialmente para los primeros que en estos momentos están en el punto de mira por el elevado número de contagios asociados a los viajes en cuadrilla por el fin de curso. Viajes con un único destino, sea cual sea el lugar elegido, que suele ser el mismo, para salir y disfrutar como si no hubiera mañana, como si no hubiera virus, pero lo hay y se lo están cogiendo como una resaca más. Quizás sin ser del todo conscientes de lo que una juerga sin control puede suponer y más si la hostelería y el ocio nocturno no cumplen las medidas. Pedirte la última ronda entre abrazos y sin mascarillas sale muy caro, carísimo, no para el bolsillo sino para la sociedad y para la salud de todos y todas. Un mal arranque de verano. Un fracaso educativo y social estar en esta situación después de meses de pandemia, de normas en los centros educativos, en las casas, en los lugares de trabajo, en las calles. Algo se ha hecho mal. Pero no podemos tirarlo todo por la borda. No vale disfrutar a cualquier precio. Hay demasiado en juego. Ha costado mucho llegar hasta aquí, pero en un solo día se puede retroceder hasta la casilla de salida. El dado está en nuestras manos y también decidir a qué jugamos.