ué relativo es todo. Qué relativas las palabras y las emociones cuando pasas de la vida a la muerte en un instante fatídico. Ese segundo en el que nada tiene sentido pero lo cambia todo. María Zandio y su marido Patxi Perales murieron este lunes en Níjar, muy cerca de uno de los paraísos naturales de Cabo de Gata adonde acudían con sus dos hijos, que resultaron heridos, a disfrutar de unas merecidas vacaciones en familia después de meses entregados a su trabajo, a hacer frente a la pandemia. María, como directora asistencial del CHN y él como Policía foral, dos profesiones "esenciales" en esta larga travesía sanitaria. Vocaciones centradas en el servicio a la sociedad, en las personas. Dicen quienes le conocen que María se había dejado la piel en la gestión de la covid 19, en salvar y cuidar, en aquello a lo que dedicó sus días. Y justo cuando le toca el momento del descanso, el destino lo cambia todo de la manera más brutal. Qué muertes más injustas. Cuánto dolor y sufrimiento en esa carretera donde un camión conducido por un chófer drogado, ya detenido, acaba brutalmente con su proyecto de vida, con su familia, con su sonrisa. Murieron en vísperas de las fiestas de Pamplona, su ciudad, que ayer amaneció gris y plomiza como sumándose al duelo de todo su entorno. Un día en el que todo se relativiza cuando en lugar del azul del mar te encuentras el negro de la muerte. Ese es el color de la tristeza, sin matices.