a vida sigue fluyendo mientras existe. Quedan los recuerdos, algunos solo, y siempre hay un mañana en el horizonte. El paso del tiempo forma parte de esa vida de cada uno, la conforma y la modifica poco a poco. No sólo físicamente, sino también racionalmente. La capacidad de análisis, la toma de decisiones, las convicciones o la simple observación de lo que ocurre alrededor de cada cual se contempla con argumentos y ojos diferentes en un tiempo o en otro. Eso también se aprende poco a poco. Releía este pasado domingo un viejo reportaje en el que importantes científicos mostraban su convencimiento en la existencia de otras formas de vida en el espacio exterior infinito. Es un tema que siempre atrae a la lectura, supongo que porque abre puertas a un mundo desconocido y a unas fronteras inalcanzables en las cuales todo es tan posible como imposible. Al rato vi otra información sobre la destrucción de la albufera del Mar Menor. Un reto al que se han empleado con constancia durante años en aquellos lares. Sobreexplotación de los acuíferos por la agricultura industrial de regadío, el urbanismo turístico, la creación de playas artificiales, los vertidos de abonos y productos tóxicos (nitratos y fosfatos) y la avaricia desmedida han convertido al final en solo cinco años unas aguas hipersalinas y cristalinas que lo diferenciaban de otras muchas lagunas litorales europeas en un Mar Menor de aguas verdes turbias y sedimentos pútridos. Miles de peces y otros hábitats marinos han muerto. Todo ello al margen de cualquier intervención judicial y con la complicidad política sistemática del PP que gobierna Murcia desde hace más de dos décadas. Ayer viajó hasta allí la ministra Teresa Ribera para enterarse de qué estaba ocurriendo. Llegó ya muy tarde y ni siquiera parece que se enterase y eso que su cartera ministerial tiene el rimbombante nombre de Transición Ecológica. Ayer también leí el reportaje del periodista Dani Burgui Iguzkiza que relataba en DIARIO DE NOTICIAS la angustiosa y desesperada llamada de la joven tudelana Silvia Arrastia y de su pareja, el refugiado afgano Aziz, pidiendo ayuda para intentar sacar de Kabul al resto de su familia antes de que el Estado español y el resto de países pongan fin hoy, en principio, a la evacuación de Afganistán. Una dramática vida de espera ya entre bombas que comparten miles de afganos y afganas abandonados a su suerte y más 70 millones de personas refugiadas en todo el mundo, incluidos los menores de Ceuta que huyen de Marruecos. Qué mierda de mundo que busca vida allí donde sólo existe el infinito desconocido y asesina seres humanos, los condena a la miseria, la guerra, el fanatismo religioso o destroza el equilibrio medioambiental del planeta sin límites aquí mismo donde la vida es real. Traté de consolarme dudando de que si hay otras vidas por esa inmensidad del Universo desconocido sean capaces de hacer el mal que seres humanos hacen a otros seres humanos y a otros seres vivos. Pero fue un consuelo tan pequeño como inútil.