ortales inmobiliarios como Idealistay otros más especializados nos muestran el escaparate más duro de la despoblación rural: los pueblos a la venta. En el Estado hay más de 3.000 aldeas y grandes fincas rurales que se venden, fundamentalmente en Galicia, Asturias o Castilla y León. Muchas son herencias. Pueblos que han caído en manos en su mayoría de capital extranjero o grandes inversores para construir resort de lujo para grupos o jubilados de poder adquisitivo alto, bodegas o complejos turístico-hoteleros... En Navarra son los menos, señoríos en ruinas que pertenecían a un único propietario y cuyos precios resultan inalcanzables. Hasta tres millones sin contar la inversión que exige rehabilitarlos, eso sí, con ermita, manantial, coto de caza y un extenso arbolado. Todo tiene su lado bueno, puede ser una "oportunidad para el valle", aseguraba la alcaldesa de Esteribar consciente del problema de envejecimiento que sufre el valle. Domingo Eugi, de 82 años, iba a jugar con los niños de Zai al escondite o a la alpargata. Todavía recuerda los nombres de los casones construidos siglos atrás: "!Qué pena!" Los pueblos pierden su historia y ese patrimonio inmaterial incalculable que muchas generaciones no van a poder conocer; la vida en comunidad y en contacto con la naturaleza, y ese legado cultural de tradiciones y costumbres. Es una lástima que no haya dinero público suficiente para sostener muchas de estas viviendas más allá de los grandes señoríos. Ojalá que los proyectos que desembarquen tengan otro espíritu que no sea el meramente especulativo y sean valorados por los habitantes que mantienen vivos estos valles.