Instalar paneles de energía fotovoltaica en edificios comunitarios o viviendas individuales ya no es cosa de hippies y de comunas ecológicas. Los consumistas del progreso también sucumbimos al autoconsumo por razones medioambientales (energías limpias y renovables para un desarrollo sostenible del planeta) pero también económicas (ahorro económico para un otoño caliente). Dicen que es pueden amortizar en dos o cuatro años, que con una inversión de 7.000 –o 12.000 euros con batería– puedes ser autosuficiente en tu huerta o casa de pueblo y ver reducida la factura de luz en un 70% en tu vivienda. Entre el decreto estatal de 2019 que eliminó el ‘impuesto del sol’, las nuevas ayudas europeas y laa deducciones fiscales hay que pensárselo bien antes de pagar megafacturas al oligopolio energético. Este tórrido verano inclusó pensé que tendría más sentido colocar cristales en el tejado ante las olas de calor para descubrir que en realidad la energía proviene de la luz del sol y no de la temperatura. Desde mi rincón rural de vacaciones medité también si realmente llevar las placas a recónditos espacios rurales puede ser una ventaja o un inconveniente capaz de masificar el turismo... En esas estaba –y será cierto que los móviles tienen un micrófono de escuchas comerciales– cuando ayer por la tarde me llamaron (Spam) de una empresa instaladora de placas solares. Ya hemos debido de montar un negocio lucrativo no sólo para las grandes compañías que montan parques solares donde hay fondos de inversión, grandes fortunas y empresas del ladrillo. Se ve que también ganan con nuestro bolsillo.