No pretendo hacer una defensa de ambas actividades. Solo quiero constatar una realidad. La plataforma que retransmitía con gran calidad técnica las corridas de la Feria del Toro abandonó el proyecto. No había que ser un curtido aficionado para apreciar la profesionalidad con la que trataban el evento y todo lo que le rodea antes y después, dentro y fuera de la plaza. Creo que con el abandono de Movistar se consuma la tendencia de apartar poco a poco de las pantallas (en abierto o de pago) esta práctica atávica.
Quizá es que los toros ya no venden. O provocan rechazo. O dan mala imagen. No sé. Pero, salvando las distancias, me recuerda a lo que ocurrió con el boxeo, que fue desacreditado, demonizado y condenado al ostracismo. La televisión pública, que llenó horas de programación, le dio el golpe de gracia que también ejecutaron otros medios. Sin embargo, hoy está en alza y goza de enorme popularidad esa disciplina –la MMA, Artes Marciales Mixtas– en la que tanto hombres como mujeres se trituran con puños, codos, rodillas y pies hasta pintar el suelo del octógono con un rastro de sangre parecido al que dejan los toros arrastrados por las mulillas. Es brutal. Y las teles se pelean por los derechos. Así están las cosas.