Va a ser difícil recuperar la credibilidad en la Justicia después del fallo contra el fiscal general del Estado. Máxime teniendo en cuenta que se ha llegado a la condena tras una instrucción más que dudosa y una vista oral durante la cual quedó en evidencia la falta de pruebas de cargo contra el acusado. Si a esto le añadimos que solo los miembros conservadores de la Sala han visto fundamentos para el castigo, parece evidente que esta discutida y discutible resolución afectará al sistema de justicia español durante mucho tiempo.
En otras palabras, el golpe no solo se lo ha llevado García Ortiz, sino que entre los damnificados está la propia Justicia por su proceder en esta causa, en la que todo es mejorable. Incluso la manera de comunicar el fallo. Pese a que se trata de una práctica habitual, no es garantista que este se anuncie sin que la sentencia esté redactada. Causa todavía mayor indefensión en el condenado, que se ve obligado a cesar en su puesto sin ni siquiera poder dar réplica a una resolución cuyos argumentos desconoce. Algo que importa tres pepinos a las derechas, que celebran el fallo como una victoria política y ven argumentos para pedir elecciones.
Todo muy preocupante y muy triste a la vez. Entre tanto, el novio Ayuso, cuyo desfalco a Hacienda dio origen a este juicio, pretende sacar tajada de esto con el argumento de que la filtración le causó una indefensión “con una intensidad jamás vista”. A ver qué queda su colosal fraude, pero nos tememos lo peor.