Ni de verde, ni de rojo, ni de azul, ni de ningún otro color. La falta de sintonía entre buena parte de la juventud y los distintos cuerpos policiales no es algo de hoy, ni de aquí, ni se limita a una sola ideología. Encima de la moto, en la bajera, cuando compran alcohol o se hacen un porro, en la carretera cuando vuelven de fiestas, en la calle por la noche, o quizás también de día, más aún si llevan pendientes, o tatuajes, o determinados cortes de pelo, o no son blancos blanquitos… En todas esas ocasiones, las posibilidades de tener un problema con alguien de uniforme son bastante mayores si se tienen entre 16 y 30 y pico años. Aquí y en Sebastopol. Pero aquí más si de lo que haces o de lo que muestras se te puede presumir cierta tendencia política. No es casualidad que el Ospa eguna se celebre en Altsasu. Por realidad socio-política. Y también por ser una localidad con dos cuarteles: el de la Guardia Civil y el de la Policía Foral. El millar largo de jóvenes que se congregó el sábado en la capital de la Barranca lo tenía claro, no quieren ni a unos ni a otros. En otros puntos de nuestra geografía no se muestra un sentimiento tan agudizado o no existe allí una organización que le dé cobertura. En conversaciones con jóvenes de la zona, no sólo de Sakana, también de otros puntos de la Montaña, he tenido estos últimos años post ETA ocasión de sorprenderme de la mala imagen que tienen entre ellos las diferentes policías. Lo de la Guardia Civil extraña poco, tratándose como es de un cuerpo que siempre ha preferido ser temido que querido. Más triste me parece que ese sentimiento negativo se haga extensivo a nuestra Policía Foral. ¿Quita este hecho un minuto de sueño a sus responsables? Debería, pero lo dudo. Un mundo sin policía. Sé realista y pide lo imposible. Yo también me apuntaría a una sociedad donde no hiciera falta ningún cuerpo policial. La realidad, sin embargo, es algo más complicada.