Grecia siempre ha sido lugar de paso y de acogida para muchas personas que por diferentes motivos han migrado a Europa. En 2015, las imágenes de las costas griegas de Lesbos, Chíos, Samos o Khos fueron noticia mundial: más de un millón de personas llegaba a estas islas desde Siria, Irak, Afganistán o Eritrea como lugar de paso hacia diferentes países del centro y norte de Europa. En ese momento las islas eran un lugar de esperanza y desde la UE se hacían declaraciones de buenas intenciones sobre la acogida a estas personas. Sin embargo, la cruda realidad ha sido bien diferente. Meses después, la UE imponía una serie de medidas -como el vergonzoso acuerdo entre la UE y Turquía- que en un inicio impedían salir del país (y posteriormente ni siquiera de las islas) a toda persona que llegara a Grecia hasta resolver sus procesos de asilo. Procesos que a día de hoy se pueden alargar más de tres años. Hoy estas personas y su llegada a las costas griegas ya no son noticia, ni las islas son ya lugar de esperanza, todo lo contrario. Las políticas migratorias de la UE las han convertido en cárceles a cielo abierto en las que unas 20.000 personas están bloqueadas en unas condiciones de vida inaceptables.

El pasado mes de diciembre, gracias a nuestra contraparte en Lesbos pudimos conocer la realidad de las personas migrantes en esta isla. La mitad de esas 20.000 personas encerradas en las islas del Egeo se encuentran en la isla de Lesbos, hacinadas en el “campo de concentración” de Moria y en condiciones de vida inaceptables. Más de 5.000 en el interior del campo (una antigua prisión militar con una capacidad máxima de 3.000 personas), y más de 3.000 en el campo de olivos junto a la prisión.

Ante esta situación, en Lesbos se han desarrollado diferentes proyectos para mejorar las condiciones de vida de estas personas, y durante estos días pudimos conocer algunos de ellos. Desde el camping ocupado de Pikpa, (donde las personas más vulnerables que escapan de Moria pueden vivir en condiciones dignas), hasta Home for All, No Bordes Kitchen, la Movil Kitchen o Zaporeak, que ofrecen miles de comidas dignas al día como alternativa a las que se ofrecen en Moria. Desde Refugees4Refugees o The Hope Project hasta un Happy Family, que ofrecen ropa y diferentes tipos de actividades durante el día para personas de todas las edades. O los proyectos de Mosaik (formación, actividades de ocio y lazos con la comunidad local), Legal Center Lesvos (apoyo legal) y Lesvos LGBTIQ+ Refugee Solidarity (apoyo integral a personas LGBTIQ+).

Si no fuera por el trabajo de todas las personas, proyectos independientes y algunas organizaciones allí presentes, más personas morirían en el mar intentando llegar a la isla, más personas morirían de frío en el campo de Moria, más mujeres y menores serían agredidas sexualmente, más personas intentarían suicidarse desesperadas por esta situación.

Por mucho que te lo cuenten no puedes hacerte una idea de las condiciones de vida en estos campos. Y no se trata de algo circunstancial o por falta de medios o recursos. Se trata de una situación provocada voluntaria y deliberadamente por la UE con la colaboración de ACNUR y de los gobiernos europeos, como medio para bloquear a quienes han llegado hasta allí y para disuadir a otras personas de entrar a Europa por esta ruta.

¿Por qué decimos esto? Por las condiciones de vida vergonzosas e indignantes que nos hemos encontrado en este campo de concentración y por las preguntas que nos planteaban las personas que allí se encuentran. ¿Cómo se puede entender si no que los procesos de asilo duren más de tres años? ¿O que se haya rechazado un proyecto de Médicos sin Fronteras para organizar y gestionar el campamento de Moria con unas condiciones mínimamente dignas? ¿Por qué la gestión del campo se concede a Eurorelief, un ONG de base evangelista que mantiene unas condiciones de vida lamentables, y de la que solo nos llegan denuncias e historias para no dormir? ¿Cómo es posible que estos campos se encuentren en unas condiciones tan deplorables, cuando se ha considerado la respuesta humanitaria de la Unión Europea más cara de la historia? ¿Qué está pasando con todo ese dinero?

Después de conocer la realidad de esta isla y de hacernos estas preguntas, una cosa nos ha quedado clara: el problema fundamental es que a la UE no le interesa encontrar soluciones. Todo lo contrario. Hemos podido comprobar cómo existe un interés por parte de la UE de mantener deliberadamente a estas personas en condiciones de vida inaceptables. Por todo esto, solo vemos una solución posible a esta situación. La que piden las personas con las que pudimos hablar en Lesbos: vías legales y seguras para llegar a Europa. O dicho de otra forma, el derecho a moverse de un lugar a otro, igual que tú y yo.

Firman este artículo: Eba Blanco Lafuente, Dabid Sánchez Pérez , Teresa Sarriguren Germán, Santi Rabadán Jimenez, Eunate Romero Leatxe, brigadistas de Zabaldi que acudieron a Grecia